Ir al contenido principal

Idioma soñado

Mapa de la isla de Rapa Iti, Islas Australes (Polinesia Francesa)

En una pequeña ciudad en una ladera de los Vosgos un chico de dieciséis años es visitado en sueños de forma recurrente por alguien que le enseña un idioma completamente desconocido. Pronto el joven Marc Liblin habla esa lengua con fluidez, aunque sigue sin saber de dónde viene ese idioma o incluso si realmente existe. Es un chico solitario, hijo único, superdotado y está sediento de nuevos conocimientos. En su juventud se alimentó más de libros que de pan. Coin treinta y tres años es un vagabundo que vive al margen de la sociedad de Bretaña, donde llama la atención de un grupo de investigadores de la Universidad de Rennes que desean codificar y traducir ese lenguaje soñado. Durante dos años introducen esos extraños fonemas que articula Liblin en las primeras computadoras de la Universidad, pero todo es en vano, ningún ordenador encuentra una pauta en esos sonidos inconexos. En un momento de frustración, se les ocurre una idea: deciden ir a las tabernas del puerto, para preguntar a marinos recién desembarcados si alguno de ellos ha oído alguna vez, en algún lugar, ese extraño idioma. En una de las tabernas de Rennes Liblin pronuncia su ininteligible soliloquio ante un grupo de tunecinos que lo miran con aburrimiento, cuando de repente, el dueño del bar, un marino retirado que los mira desde detrás de la barra, los interrumpe y les dice que ha escuchado ese idioma con anterioridad en una de las islas más lejanas de la Polinesia y que conoce a una vieja dama que lo habla. Se trata de la exmujer de un militar, que ahora reside en unas viviendas de protección oficial en el extrarradio de Rennes. El encuentro con la dama polinesia cambió la vida de Liblin: Meretuiri Make abrió la puerta de su casa, él la saludó en su idioma y ella contestó inmediatamente en el antiguo Rapa que se hablaba en su isla natal. Marc Liblin, quien nunca antes había salido de Francia, se casó con la única mujer que lo entendía y en 1983 se mudaron juntos a la isla, donde se habla su idioma soñado.

(Judith Schalansky, Atlas de islas remotas, Capitán Swing y Nordica, 2013. Traducción de Isabel G. Gamero)

Comentarios

  1. Es que, antes historias así, sólo quedan ganas de soñar.
    La literatura es un mundo mágico, siempre lo será para mi; se alcanza lo inalcanzable.

    Muchas gracias

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Soñar e imaginar.
    ¡Qué preciosa historia!.

    ResponderEliminar
  4. Mágica historia, en verdad. Este es un libro altamente recomendable, lleno de historias asombrosas.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

Criterion

  Sin lugar a dudas, The Criterion , fundado y editado por T. S. Eliot en 1922, es una de las mejores revistas literarias británicas del siglo XX. La nómina de colaboradores que tuvo este magazine trimestral, hasta su último número publicado en 1939, conforma un catálogo bastante representativo de lo más granado de la intelectualidad, no solo británica, del período de entreguerras. En sus páginas escribieron luminarias como Pound, Yeats, Proust o Valéry, por citar solo cuatro.   El primer número de The Criterion , salido en octubre de aquel annus mirabilis , es realmente impactante y marca el sello característico de su editor, expresado a través de sus "Commentary"; a saber, la compatibilidad entre una ideología ideología católica y conservadora y una defensa a ultranza de la vanguardia modernista. En este ya mítico número 1, se incluye, por ejemplo, la primera aparición en letra impresa de The Waste Land de Eliot, y la crítica encomiástica de Valéry Larbaud del Ulises, de

Premio Nadal 1944

El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra

Bennett sobre "Ulises"

He aquí una foto clásica. Está tomada en la trastienda de la librería Shakespeare and Company, en París, poco después de la publicación de Ulises de James Joyce. En la foto aparecen Sylvia Beach (izquierda), propietaria de la librería y editora de la novela, y su autor (derecha). Me gustaría, sin embargo, que se fijaran en el cartel que hay detrás: ARNOLD BENNETT ON "ULYSSES".  Bennett fue un prolífico escritor inglés, autor de novelas como Los Clayhanger , Ana de las Cinco Villas o Cuentos de viejas , que alcanzaron en su tiempo enorme popularidad y fueron auténticos bestsellers. Seguidor de la gran tradición novelística del siglo XIX, sus obras iban destinadas preferentemente al llamado gran público, lo cual no quiere decir que no se preocupara por el estilo o la forma narrativa. Para Virginia Woolf y el círculo de Bloomsbury, Bennett representaba el lado más aborrecible de la narrativa y, en consecuencia, era no solo minusvalorado sino desdeñado (se burló de él en el ensa