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Mostrando entradas de julio, 2010

Oro

No hay mineral que más gente arrastre en cuanto se descubre un nuevo yacimiento que el oro nativo. En 1848 James W. Marshall descubrió oro en Sutter's Mill, California. Ni imaginarse pudo lo que se avecinaba. En los siguientes años unas 300.000 personas vinieron de todas partes del mundo a esta nueva tierra prometida pensando en hacerse ricas. El escritor Joaquin Miller estuvo en California en esta época y dejó su testimonio en La vida entre los modocs. Mark Twain y Bret Harte también se hicieron eco en algunos de sus cuentos de esta alocada fiebre del oro. Años después, en 1896, se descubrió oro a lo largo del río Klondike, en el territorio de Yukon, y una riada de gente se dirigió de nuevo hacia Alaska. Jack London fue uno de los que sintieron la llamada del oro, y el ambiente y la naturaleza de aquellos desolados parajes impregna sus primeras novelas. Rex Beach sacó partido de aquella locura en Los expoliadores (1906); y en Dawson City todavía se conserva la cabaña donde vivi

Diarrea literaria

P. Martín Sarmiento (1695-1772) "No hago más que cagar papeles." (Martín Sarmiento, Epistolario , Carta 104)

Servicio social

"Enseñar es controlar a las masas. Somos una rama de los servicios sociales". (Judi Dench en Diario de un escándalo , 2006, de Richard Eyre. Guión de Patrick Marber sobre la novela de Zoe Heller).

Cuentos

Leo en los periódicos unas declaraciones del escritor peruano Alfredo Bryce Echenique, a raíz de la presentación en Barcelona de su libro de relatos La esposa del Rey de las Curvas . Algunas de sus afirmaciones -"al cuento nunca se le puede echar agua" o "el cuento solo puede ser bueno, sin bajones"- son aceptables, pero la que más me ha llamado la atención es una referida a los relatos de su libro: "Todos empiezan como acaban. No hay tensión alguna". ¿Les habrá echado agua?

Una mancha en el verde

Michael H. Mason por los caminos de Asturias (De Spain Untroubled , 1936) En 1929 Michael H. Mason decidió viajar por España escogiendo una ruta bastante menos transitada por los viajeros extranjeros que otras: la cornisa cantábrica. Para ello, y valiéndose de la ayuda de una mula llamada Bonita y de un pony llamado Chiquito, se dispuso a recorrer la parte norte de la península, desde Bilbao hasta La Coruña. En 1932 sacó a la luz la crónica de dicho viaje con el título Trivial Adventures in the Spanish Highlands . Mason entra en Asturias por Sotres. Los Picos de Europa se le ofrecen en toda su esplendor y las palabras de elogio sobre este rincón de la cordillera Cantábrica surgen con prodigalidad. Luego atraviesa poblaciones de montaña como Taranes, Orlé y Campo de Caso, ensalzando sus paisajes y su gentes. Pero cuando entra en la cuenca del Nalón, la cosa cambia, y mucho. Llegado a Rioseco dice: "Aquí nos encontramos en el extremo superior de un distrito minero (carbón) con tod

Falsarios

Heráclides Póntico En cierto momento del siglo IV a. C., Heráclides Póntico se enzarzó en una disputa con otro filósofo, Dionisio "el Renegado". Heráclides era un caballero distinguido y respetable, corpulento, estudiante de Platón y experto en filosofía natural; se le conocía con el sobrenombre de ho pompikós , "el majestuoso" (jugando con su verdadero apelativo, ho Pontikós , "el del Ponto"). Dionisio, en cambio, tenía peor fama. Incialmente era un estoico que negaba la existencia del dolor y el placer, pero desarrolló una inflamación ocular aguda que le convenció de lo erróneo de sus principios. Abandonó, a la sazón, la escuela estoica (de aquí su sobrenombre) y se pasó el resto de su vida -larga y feliz, al parecer- como un buen cirenaico, frecuentando tabernas y prostíbulos. Dionisio contrahizo una tragedia, el Parthenopeus , que atribuyó a Sófocles. En uno de sus textos, Heráclides la citó como obra genuinamente sofoclea, aun cuando debería haber sid

El sonido de las piedras

Antoni Roca Várez con su litófono La fonolita es un tipo de traquita que contiene nefelina o leucita. Es el equivalente volcánico de la sienita con feldespatoides. La fonolita tiende a fracturarse en láminas o losas más o menos delgadas y resistentes que presentan una propiedad singular: si se las golpea con un martillo producen un sonido diáfano, como de campana. De aquí que a la fonolita, como su nombre indica, se la llame "p iedra sonora" . Link y Jung en su Grundiss der Mineralogie und Petrographie (1935) escriben: "Al acercarse a una cantera de fonolita , donde los canteros trabajan con planchas de diferentes tamaños y espesores, podría pensarse que se está escuchando el resonar de varios cencerros". Es probable que Antoni Roca Várez (1866-1925) conociera esta peculiaridad de las fonolitas, pero en su Menorca natal no las hay. De modo que tuvo que contentarse con extraer sonoridades de otras clases de rocas. Roca Várez, doctor en Filosofía y Letras y profesor d

Walker Percy

Un adolescente Walker Percy -pantalón blanco, la pierna izquierda adelantada- en la cola del cine Carolina Theater, de Chapel Hill (Carolina del Norte), en 1932. (De Pilgrim in the Ruins . A Life of Walker Percy , 1992, de Jay Tolson) Pocas entradas tan sonadas se han producido en el mundo de la literatura en Estados Unidos como la de Walker Percy (1916-1990). El escritor de Luisiana ganó con su primera novela, El cinéfilo (The Moviegoer, 1962) el National Book Award contra todo pronóstico y compitiendo con otras ocho obras, entre las que estaban Franny and Zooey , de J. D. Salinger y Catch-22 de Joseph Heller. Binx Bolling, el joven protagonista de El cinéfilo , de aire existencialista e influido por Kierkegaard y Camus, es uno de estos personajes que representan en cierta medida el espíritu atormentado de su tiempo. No obstante su brillante comienzo, Walker Percy nunca alcanzó la notoriedad de otros escritores coetáneos. Percy es un moralista irónico y tal vez el más perspicaz cron

Martínez Cachero

José María Martínez Cachero (1924-2010) Con gran pesar me entero del fallecimiento ayer del profesor D. José María Martínez Cachero. No es el momento, ni estoy en condiciones, de hacer valoraciones apresuradas sobre lo que ha significado su labor en los ámbitos de la enseñanza e investigación universitarias. Ya habrá tiempo y gente más capacitada que yo para hacerlo. Ahora tan solo quiero rendir homenaje a su persona, dejar constancia de su trato afable, educado y correctísimo, expresar mi agradecimiento por haberme dispensado su amistad y transmitir a la familia mi más sentido pésame. Descanse en paz.