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Mostrando entradas de mayo, 2010

Poetas coronados

Efigie del poeta José Santos Chocano con su corona de laurel Hacia el final de su vida, en 1855, el anciano poeta Manuel José Quintana fue solemnemente coronado en el Senado por la reina Isabel II, de quien había sido preceptor. Dos años después de aquel honor excepcional, moriría Quintana sin un céntimo, siendo necesario vender los libros que tenía para pagar, entre otras deudas, la de doscientas cincuenta pesetas del traje con el cual asisitió al acto de su coronación. En 1922, al otro lado del Atlántico, otro insigne poeta sería coronado. José Santos Chocano, el "sinsonte" peruano recibió, en el Palacio de Exposiciones de Lima, la corona de laureles de oro de manos de Clemente Palma, hijo del gran Ricardo Palma. En su discurso de agradecimiento, Chocano con voz altisonante pronunció estas palabras: "¡Bienaventurados los pueblos que aman a sus poetas, porque de ellos es el reino de la Inmortalidad!". Años más tarde, en Santiago, acabaría Chocano empeñando la coro

Un poema de Kees

ASPECTOS DE ROBINSON Robinson jugando a las cartas en el Algonquin; una delgada Luz azul cae una vez más desde fuera de los estores. Los hombres grises con abrigos son fantasmas que se precipitan por la puerta. Los taxis surcan las avenidas con amarillo, naranja y rojo. Esto es Grand Central, Mr. Robinson. Robinson en un tejado sobre los Heights; las barcas Se lamentan como los perdidos. Allá abajo, el agua es pizarra. A través de sonidos de cubos de hielo en un vaso, un osteópata, Vestido para los vínculos, describe un visita al viejo Intourist. -Desde aquí es donde el viejo Gibbons saltó, Robinson. Robinson caminando por el Parque, admirando al elefante. Robinson comprando el Tribune , Robinson comprando el Times . Robinson diciendo: "Hola. Sí. Soy Robinson. ¿El domingo A las cinco? Me encantaría. Muy bien. ¿Y tú?" Robinson solo en Longchamps, mirando a la pared. Robinson asustado, borracho, Robinson sollozando en La cama con una tal Mrs. Morse. Robinson en casa; Decisiones

Weldon Kees

Weldon Kees (1914-1955) (En: Vanished Act. The Life and Art of Weldon Kees , 2003, de James Reidel) Weldon Kees es sin duda uno de los representantes más polifacéticos de la generación del Medio Siglo. Nacido en Beatrice, Nebraska, después de completar sus estudios universitarios trabajó como bibliotecario en Denver, al tiempo que comienza a escribir relatos cortos. Muchos de éstos se ambientan en los años de la Depresión y son historias bastante pesimistas, con personajes que sobrellevan con resignación sus pobres vidas. A partir de su traslado a Nueva York a principios de los años cuarenta, pasa a colaborar en revistas y periódicos y se dedica con preferencia a la poesía, dándose a conocer con el poemario The Last Man (1943). Para Donald Justice, que reunió su poesía completa en 1960, Weldon Kees es "un poeta importante, uno de los tres o cuatro mejores de su generación", y también "uno de los más amargos de la historia". En 1950 se instala en San Francisco bu

De vino y geología

Perfil de un suelo de albariza (Jerez de la Frontera) ( Geología y vinos de España , de A. Muñoz Moreno) ¿De qué depende que unos viñedos arraiguen en unos terrenos más que en otros? ¿En qué medida influye la composición del sustrato rocoso en el desarrollo de la uva? ¿En qué se diferencian los vinos de suelos graníticos de los de suelos margosos? Todas estas preguntas son contestadas en el libro Geología y vinos de España (2009), escrito por el geólogo aragonés Agustín Muñoz Moreno, y editado por el Ilustre Colegio Oficial de Geólogos. El libro se abre con capítulo dedicado a las características de la vid, así como a las fases de elaboración del vino. Le sigue un apartado sobre los tipos de suelos y sus propiedades, y se cierra con un detallado estudio en el que se relacionan los diferentes vinos españoles con los rasgos geológicos de todas y cada una de sus denominaciones de origen. A lo largo del libro queda clara la influencia de lo que se denomina el terroir o terruño, que jun

La cebra hispánica

Imagen de la cebra de Ludolphus (En: Noah's Cargo , de George Jennison, 1928) En la novela histórica O Bobo (1843), de Alexandre Herculano, hay una referencia al bufón Dom Bibas del rey Alfonso Henriques, que sale corriendo del castillo de Guimaraes "como las cebras cuando son cazadas en los bosques de los montes de Jerez." Al parecer hubo un tiempo en que por la península Ibérica corrían las cebras salvajes a su antojo. El P. Martín Sarmiento escribió un folleto acerca de ello: Sobre el animal cebra que se criaba en España (1752). Según el erudito benedictino había manadas de cebras mucho antes de que viniesen los moros, incluso el nombre del pueblo abulense de Cebreros vendría de la abundancia de dichos cuadrúpedos por aquellos lares. Es bonito imaginar a las simpáticas cebras retozando en las praderas del antiguo solar hispano, pero lo más probable es que esta imagen nunca se dio. Nada dijeron los romanos en sus crónicas de Hispania acerca de la presencia de estos ex

La estupidez salvadora

"Una mente débil no es bastante fuerte para hacerse daño a sí misma. La estupidez ha salvado a muchos hombres de volverse locos." (Roger Livesey en A vida o muerte , 1946. Guión y dirección de Michael Powell y Emeric Pressburger)

Contra el ruido

El martes pasado asistí a la presentación en Foro Abierto de la Librería Cervantes, en Oviedo, de Contra el ruido (Trabe, 2010), de Francisco Alba, que reúne artículos, breves ensayos y aforismos. El presentador del acto, Xuan Bello, dijo entre otras cosas, que leerlo es una buena forma de combatir los ruidos de todo tipo a los que estamos sometidos. Estoy de acuerdo. Hay veces en que lo contrario del ruido no es el silencio, sino la elocuencia; y el libro de Francisco Alba es de lo más elocuente. Es el libro de alguien que ama la literatura y ha leído mucho, y bien, y se siente cómodo a caballo de las "dos culturas", que diría C. P. Snow. Una lectura recomendable.

Un poema de Fearing

Kenneth Fearing (1902-1961) CONSEJO DE CUALQUIER HOMBRE A SU HIJO Si has perdido la señal de radio, entonces guíate por el sol o las estrellas. (De noche por la Estrella Polar, y de día por la brújula y el sol.) En caso de que el cielo esté cubierto y no haya ni estrellas ni sol, entonces oriéntate a ojo de buen cubero. Si el viento y la dirección y la velocidad no son conocidos, entonces confía en tu ingenio y en tu suerte. ¿Me sigues? ¿Comprendes? ¿O te resulta demasiado difícil de aprender? Pero tu debes hacerlo y lo harás, es importante que lo hagas, Porque pueden presentarse problemas aún más peliagudos que estos que te he dicho. Porque, recuerda esto: No confíes del todo en nadie. Recuerda: Si tienes que disparar a otro hombre aprieta el gatillo, no lo sacudas. De lo contrario podrías marrar el tiro y morir, tú mismo, a manos del hijo de algún otro hombre. Y recuerda: En todo este mundo no hay nada tan fácilmente desperdiciado, o dilapidado, tan completamente pe

Litófagos

Cubierta de la edición en castellano de Viaje a Nueva Caledonia (1982) (Imagen cedida por Josep Mª Sans Serafini) Jules Garnier (1839-1904) fue un ingeniero de minas francés, miembro de la Sociedad Geográfica de París, que en 1863 fue enviado a Nueva Caledonia. Allí descubrió un nuevo mineral de níquel, más tarde bautizado con el nombre de garnierita. En 1871, y como consecuencia de su estadía en la isla, publicó Viaje a Nueva Caledonia . En este libro cuenta una curiosa costumbre de algunos nativos: "Los viajeros del último siglo han dicho que a los neocaledonianos les gustaba alimentarse de tierra y comían mucha; Balade es el primer punto en que he visto confirmadas estas afirmaciones que no he vuelto a observar más que en las gentes de Tiari, pequeña tribu de aquella vecindad. La tierra aludida por los referidos viajeros es un silicato magnesiano de color verdoso, cuyas capas están asociadas a los micasquistos y esteasquistos que componen la montaña de Balade." A la luz

El excéntrico conde

El conde Potocki de Montalk, en Londres, hacia 1940. (Foto sacada de Fear & Loathing in Fitzrovia , de Paul Willetts) Este personaje de la foto de aspecto estrafalario, con sus sandalias, hábito monjil, larga cabellera y boina, es el escritor neozelandés conde Geoffrey Potocki de Montalk (1903-1997). Fue un tipo peculiar. A finales de los años veinte se instaló en Londres, donde malvivió la bohemia lampante. Se consideraba heredero al trono de Polonia, Gran Duque de Lituania, hospodar de Moldavia y Sumo Sacerdote del Sol. Siempre llevaba encima un fajo de la revista The Right Review , que él mismo se encargaba de imprimir manualmente y de vender por las calles del West End. En sus páginas tanto podía aparecer un poema de Lawrence Durrell como una invectiva antisemita o una enrevesada genealogía de su pretendida prosapia. Siempre anduvo a la última pregunta, y si alguien le invitaba a comer era muy probable que acabara siendo investido in situ con algún título nobiliario. Por cu

Monstruos

George Bernard Shaw se refería a Chesterbelloc como un monstruo literario, católico y muy dado a la controversia. Por su parte, el escritor catalán Josep Navarro Costabella se inventó otro híbrido: Tolstoievski, asegurando que era el más grande novelista conocido. Claro que, bien mirado, como dijo Joan Fuster, también podría tratarse del peor.