Séptimo precepto . No mojar la punta de los dedos para dar más fácilmente vuelta a las hojas . Desde El nombre de la rosa algunos recalcitrantes adeptos a esta práctica se han hecho eco de esta húmeda costumbre y se están pensando dos veces depositar su valiosísima saliva en los bordes superiores del papel de un libro no salido impoluto de la imprenta. Esta bárbaro e inconsciente hábito antihigiénico puede tener perniciosas consecuencias para la salud de uno mismo, y lo que es peor, para la de los que vengan detrás de nosotros a posar sus dedos en el mismo ejemplar. Aporta Cunha el testimonio de un artículo de 1907 del Doctor Pedro Lantaro Ferrer, "El contagio de las enfermedades por los libros", donde se comenta una epidemia de tuberculosis a comienzos de siglo en la Rusia meridional porque los empleados del Archivo de Kharkof, tuberculosos en el segundo periodo de la enfermedad, tenían la mala costumbre de pasar las páginas con los dedos mojados en saliva, contagian