Los hombres habladores, que se precian mucho de elocuentes, con el deseo de hablar no consideran ni ahondan bien las cosas; y así, con sobreabundancia de palabras, suelen decir maravillosas necedades. Dicen que la locura tiene cura; que la necedad es incurable; y que es mejor estar entre dos locos que cerca de un necio, porque el loco, cuando mucho, tira piedras, pero el necio da con el mazo de apretar. Todos los siglos pasados tuvieron sus enfermedades particulares sobre que buscar remedios convenientes, y según fueron los médicos, se hallaron y se aplicaron; así que, de las corrientes, podemos tener la esperanza que nos promete el saber de los que emprenden la cura. Si los hombres entendiesen bien el lenguaje del mundo, aprenderían mejor a vivir en él, porque dice las verdades obrando, sin tener respecto a grandes ni pequeños, y muestra los desengaños claros y manifiestos. Todos los negocios tienen principio, progreso y fin. El principio requiere mucho seso; el progreso, seso y pacie