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Mostrando entradas de octubre, 2016

Landínez

Se observa en los últimos años un reforzamiento de la corriente ruralista en la literatura española, hasta el punto de que algunos hablan ya de un "neorruralismo". Novelas como Intemperie (2013) de Jesús Carrasco o ensayos como La España vacía (2016) de Sergio del Molino son representativos del renovado interés por el campo en oposición a la novela urbana predominante en los últimas décadas. Sin embargo, siempre ha habido en la narrativa española novelas de ámbito rural. Una de ellas es Los hijos de Máximo Judas , de Luis Landínez, publicada por la editorial Miguel Arimany en 1951 y una de las finalistas del Premio Nadal en 1949. Se trata de la historia sangrienta de una familia de campesinos de Castilla, narrada con vigor realista y con evidentes tintes tremendistas, si bien, de acuerdo con la solapa (seguramente escrita por el propio Landínez), la novela es "nada tremendista, pero profundamente dramática" y su "leit-motiv es la codicia, pasión de seres

Literatura de masas

Los bolsilibros de Bruguera, de Rollán. las novelas de aventuras, de guerra, policiacas, del Oeste, de terror, de ciencia-ficción, llevaban su nombre y el de toda una generación (Silver Kane, Marcial Lafuente Estefanía, Keith Luger, Frank Caudett, Lou Carrigan, Ralph Barby...) a la que ninguna historia de la literatura española le ha querido conceder una sola página, un solo párrafo. Todos estos escritores y los miles de personas que los leían han sido ignorados, ninguneados, despreciados.  Jamás un manual se ha detenido a explicar que entre 1950 y 1980 existió toda una generación de escritores dedicados en cuerpo y alma (es decir, las dos cosas se las robaron en las editoriales) a nutrir la literatura de masas española. Ni siquiera una mención. Ni siquiera las migajas que quedan después de los cenorrios de los premios. ¿Por qué a este puñado de escritores se le ha echado a patadas de la fiesta? Hay que decir que existieron. Ahora que ha muerto otro de ellos, el viejo Curtis Garland

La nevera de Ford

A lo largo de su estancia en Oviedo, con motivo de la entrega de los Premios Princesa de Asturias, el escritor norteamericano Richard Ford, ganador del Premio de las Letras, ha tenido la oportunidad de hacer muchas declaraciones. En sus entrevistas con la prensa, encuentros con clubes de lectura y estudiantes universitarios y otros actos sociales y culturales, ha hablado de su vida, de sus obras, del oficio de escritor, de literatura, de política... Su discurso de ayer en el Teatro Campoamor fue una pieza de elevado nivel e impecable factura. En el discurso citó a dos escritores españoles, Cervantes y Ortega y Gasset. El primero parece casi obligado en estos casos, pues se trata de nuestro escritor más universal; pero el segundo puede parecer más chocante. Sin embargo hay que tener en cuenta que el autor de La rebelión de las masas es uno de los pensadores del siglo XX más conocidos y leídos por la intelectualidad norteamericana. Curiosamente, en el libro There Is Simply Too Much T

El ojo de la cerradura

Todo novelista es un mirón, que escudriña y anota desde una posición de observador discreto. En Henry James esta cualidad de voyeur se pone especialmente de manifiesto en sus postreros años de madurez. Parece como si, a partir de un momento determinado toda su erotismo reprimido aflorase e irrumpiese en sus obras de forma palpable. En títulos como Otra vuelta de tuerca , Lo que Maisie sabía o La fuente sagrada , encontramos niños que oyen ruidos de sexualidad a su alrededor. Los adultos tienen diversiones de la que ellos están excluidos.Y se inventan cosas. El modo en que James se preocupó por el sexo en los últimos años tiene mucho que ver con el fisgoneo. En el polémico libro Henry James and the Jacobites (1963), del estudioso Maxwell Greismar, hay un capítulo titulado "La psicología del ojo de la cerradura". Como un adolescente James lanza su mirada a través del estrecho ojo de la cerradura para observar sin ser visto qué cosas hacen las personas mayores. Lo que ve lo

Chabolismo literario

Toda la literatura actual está dividida en grupitos al frente de los cuales va un capitán de cuchara de las letras. Esos oficiales de cuchara ocupan a veces sillones en Academias y puestos importantes en editoriales y en periódicos y administran tanto los votos como las colaboraciones y adjetivos solo entre sus neófitos y seguidores. La literatura actual española es de hacer reir y llorar. Vivimos en pleno chabolismo literario y unos por resentimiento y maldad y otros por cobardía y otros por "manfutismo" dejamos que ruede la bola y hay tontainas cargados de vanidad que se creen algo porque, claro, en la hojalata de su chabola refleja un poquito el sol... Vivimos en un marasmo como no ha conocido jamás la literatura del país. La vida de las letras actuales es una rueda de hijos de puta que giramos alrededor del un panecillo. Es una literaturta onanista, sumisa, y mansurrona, sin ímpetu creador. El que quiera escribir algo en serio no tiene otra salida que la emigracióm..

Zunzunegui

Juan Antonio Zunzunegui (1900-1982) Francisco Umbral, en su atrabilioso Diccionario de literatura (1995), al hablar del escritor vasco Juan Antonio de Zunzunegui, lo define como "novelista y cosechero de vinos". De su voluminosa obra literaria no habla o, mejor dicho, habla con desdén, despachándose con un "practica Galdós y Gómez de la Serna" (¿?). El resto de la ficha la consume Umbral metiéndose zafiamente con su vida privada: "Vive en Viriato, Madrid, amancebado con su cocinera (...) Cuando la Academia, el cardenal, el mismo cardenal que vetó a Aleixandre, le reprochaba este abarragamiento (en la Academia se entraba por razones morales, no literarias), ZZ casó con la cocinera y la vistió de visones y de Cachemira chales. Desde entonces la soportamos en todos los saraos literarios y ZZ fue académico." Zunzunegui tuvo en vida fama de gafe, lo que en este país es nefasto, de aquí que Umbral no se atreva a llamarle por su nombre y apellidos.Tal vez s

Infortunado Calígula

No he sido afortunado. Mi reinado no me proporciona ningún motivo de gloria de esos que hacen célebres a los emperadores, y todo el mundo hablará de mi como del padre de un pueblo feliz, donde se canta y se baila y no se hace nada de provecho. ¡Si tan siquiera ocurriese una gran catástrofe pública! Augusto tuvo una gran suerte con la derrota de Varo, pues en ella perecieron cinco mil soldados y se armó un gran escándalo, que redundó en gloria de mi padre y en la fama imperecedera de aquel emprerador, pues a causa del disgusto se rapó la cabeza y estuvo cinco días sin comer ni beber, uno por cada millar de soldados. Tiberio también tuvo suerte, pues mientras él reinaba se hundió el anfiteatro de Fidena y hubo tal mortandad entre los espectadores, que le hizo célebre, sin más que lamentar la catástrofe. Pero a mi no me sucede nada que valga la pena de referirlo. (Fidelio Trimalción (pseudónimo de Cecilio Benítez de Castro), Las memorias de Calígula , Librería Editorial Argos, Barcel

Dos ojos en vez de uno

-Compréndelo, Ralls. No soy uno de esos hombres de ojo por ojo. Yo siempre arranco los dos. (Luther Adler en La venganza del bergantín , 1948, de Edward Ludwig. Guion de Harry Brown y Kenneth Garnet, basado en la novela de Garland Roark).