Grace abrió la boca, pero la volvió a cerrar porque los ojos entrecerrados del detective indicaban que su cerebro hervía intensamente. Para comprobar el grado de aislamiento que inundaba a Johnny, Grace se sentó sobre sus rodillas y lo besó un par de veces en los labios. Le gustaba experimentar las respuestas eróticas de los hombres. No vio reacciones y lo palmeó en el rostro. -Vuelve en sí, querido -susurró ella. Y justo entonces ocurrió la explosión. Un trueno ensordecedor conmovió el edificio hasta el sótano. La puerta del despacho se abrió con violencia. Entró una onda expansiva que empujó a la pareja sentada en el mullido sillón. Como éste era de ruedas, ambos viajaron a velocidad meteórica a lo largo del despacho, uno sobre el otro. El improvisado vehículo entró en el cuarto de dormir y Johnny y Grace saltaron al tropezar con el borde de la cama donde quedaron revueltos. -Infiernos -exclamó Johnny-, ¿es así cómo te insinúas? -¡Ha sido una bomba! -gritó Grace, aterrada. (Rocco