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Mostrando entradas de febrero, 2015

Compañeros de estante

En un libro de etiqueta victoriano, el Lady's Gough Etiquette , se puede leer un consejo a las amas de casa respecto a la organización de la biblioteca. En aras del decoro se aconseja que los libros escritos por hombres no deben compartir estante con los escritos por mujeres; salvo en el caso de que los autores estén cristianamente casados entre sí. ¡Y yo que tengo a Elizabeth Barrett Browning al lado de Tennyson! ¡Adulterio!

Espiritismo

El sabadellense Félix Sardá y Salvany (1841-1916) ha pasado a la historia (es un decir) por un discutido opúsculo cuyo título es toda una declaración de principios: El liberalismo es pecado (Barcelona, 1884). El integrista Sardá, avezado polemista, escribió numerosos artículos y folletos para combatir el liberalismo, el anarquismo, la masonería, el naturalismo, el matrimonio civil, etc... En uno de sus folletos, ¡Pobres espiritistas! (1873), arremete contra el espiritismo al que ve totalmente condenable e incompatible con la fe cristiana. ¿Y qué había, según Sardá, tras la "superchería" del espiritismo? Pues otra de sus bestias negras: "El espiritismo en nuestra patria no es más que una máscara del protestantismo. La secta de Lutero que no ha podido arraigarse poco ni mucho en esta tierra, a pesar de lo que para eso ha trabajado, ha llamado en su auxilio al espiritismo. (...) ¡Qué traidora astucia en unos! ¡Qué miserable ceguedad en otros! ¡Pobres espiritistas! ¡

Un crimen, un suicidio y un epitafio

Max Aub (1903-1972) La maté por no darle un disgusto. ("Crímenes ejemplares") "No se culpe a nadie de mi muerte. Me suicido porque de no hacerlo seguramente, con el tiempo, te olvidaría. Y no quiero". ("De suicidios") De una viuda : Juan, no te hagas ilusiones. ("Nuevos epitafios") (Max Aub, Mucha muerte , Editorial Cuadernos del Vigía, 2011)  

Casa en Cardiff

En una entrada anterior hablé de la estancia, a finales de 1896, de Joseph Conrad en Cardiff, en casa de un amigo polaco. Pues bien, he aquí el aspecto de esta casa victoriana, sita en el 78 de Cathedral Road, en dos vistas tomadas recientemente.  

Carnaval

Por más que la iglesia se deshaga en lágrimas y en gritos de penitencia en los divinos oficios, para empezar con provecho la santa cuaresma, se deja que gima, y entretanto con pretesto de celebrar el carnaval, se derraman muchos y se abandonan a todo género de fiestas y de alegrías insensatas. Se cree con fundamento, que estas licenciosas diversiones traen su origen del paganismo; pues el mes de enero era profanado por los paganos con regocijos indecentes y con un libertinaje disoluto en honra de Baco, por lo que estos días de destemplanza y de embriaguez, se llamaban fiestas bacanales. Las antiguas se celebraban en un cierto lugar de Atica, donde Baco tenía un templo, y habíanse establecido para esta ceremonia catorce mugeres. Las sacerdotisas de Baco se llamaban bacantes, y cuando celebraban dichas fiestas, corrían de noche vestidas de pieles de tigre o de pantera, unas desmelenadas con antorchas encendidas, otras coronadas de pámpanos e hiedra, y en las manos tenían varas enramad

Un poema de Vigny

Y sola, no obstante, un día, su tímida compañera Contempla a su alrededor la celestial campiña, Extiende el ala y sonríe, se evade y por los aires Busca a su amiga Tierra o a los astros desiertos. Y, así como en la espesura de la Luisiana, Bajo el bambú mecido y unas largas lianas, Roto el huevo dorado, por el sol ya maduro De un nido floral sale el Colibrí magnífico, Una esmeralda verde su testa ha coronado, De en la espalda unas alas la púrpura ya presta, La coraza de azur orna su corazón joven Y para enconar el aire, el ave parte vencedora Y pasea por lugares cercanos a la luz Sus plumas de coral que tanto temen al polvo. Bajo su abrigo selvático, aturdiendo a la paloma, El osado viajero frecuenta la palmera. Abandona primero el llano, que es tan oloroso, Pasa, ambicioso, del arce hasta el hayal Y de todos sus festines cree encontrar aprestos En la frente del palmito o en los brazos del ciprés, Mas el bosque es un exceso a sus recientes alas Y están las flor

Vigny

Alfred de Vigny, fotografiado por Nadar En mayo de 1978 la revista literaria Europe dedicó un monográfico a Alfred de Vigny (1797-1863). En él Jacques Gaucheron se preguntaba por el lugar que ocupa Vigny dentro de la poesía francesa del siglo XIX, relegado a una zona de penumbra, oscurecido por luminarias contemporáneas como Hugo, Lamartine, Musset, Nerval, Ducasse o Baudelaire (al que por cierto ayudó en sus inicios). Creo que su situación ha cambiado muy poco desde entonces. Cierto que el género poético en el que sobresale Vigny -la poesía narrativa- no es el que más ha prevalecido en nuestro tiempo. Tampoco ayuda que sus poemas no sean precisamente fáciles. En consecuencia muchos críticos tienden a ignorarlo y en cuanto a los lectores me temo que ha perdido definitivamente la partida. ¿Quién lee hoy en día a Vigny? Sin embargo, si uno se toma la molestia de repasar su obra se encuentra con un corpus de un rigor y una riqueza nada corrientes. Por ejemplo, Servidumbre y grande

Alcohol y problemas

"Mi padre solía decir: El alcohol no ahoga tus problemas, solo los enseña a nadar." (Gene Lockhart en Luz roja , 1949, de Roy del Ruth. Guion de George Callahan)