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Mostrando entradas de abril, 2021

Blanco, rosa y rojo.

     Llegamos al diván, y cuando me disponía a soltarla sobre él ella se aferró a mi cuello y sugirió:    -Aquí no, Harry. En mi dormitorio rosa.    -¿En tu qué ?    -Mi dormitorio. Es todo rosa y blanco.    -¿Y dónde está ese Edén?    -Ahí... al otro lado del diván... esa puerta blanca.    Caminé como en sueños, con ella en brazos. Imaginé una gran cama blanca y rosa, y ella tendida en el centro. Me entraron unas prisas endiabladas por llegar. Abrí casi a puntapiés. Ella musitó:    -La luz... a tu izquierda.    Tanteé la pared, encendí la luz y di un paso al frente.    Sólo que me detuve en seco.    Realmente, el dormitorio era rosa y blanco.    Pero también era rojo.    ¡Cristo!    La sangre es roja, y había sangre por todas partes, y algo parecido a un cuerpo humano esparcido por toda la cama.   (Burton Hare, Dorada sombra de muerte . Bruguera, 1978).  

Entronización de Cervantes en Manila

  José Protasio Rizal Mercado y Alonso Realonda (1861-1896)   En 1880 el Liceo Artístico Literario de Manila abrió un certamen para conmemorar el aniversario de la muerte de Cervantes, concediendo "un solo primer premio para peninsulares e indígenas", como se indicaba en las bases del mismo. El jurado lo componían peninsulares. Ante el estupor de algunos de los asistentes al acto, celebrado el 23 de abril, el primer premio -un anillo de oro con el busto del Príncipe de los Ingenios españoles- fue otorgado al mestizo José Rizal, por su texto en prosa El consejo de los dioses . El segundo premio fue a parar a un peninsular.  El consejo de los dioses es una especie de alegoría en la cual se establece un paralelo entre Homero, Virgilio y Cervantes. Los dioses discuten con vehemencia acerca de los méritos de cada uno de los mencionados escritores. Después de haber pesado en la balanza de la Justicia el Quijote , la Eneida y la Ilíada, Júpiter con su voz tonante pronuncia el ver

Estercoleros

  "Hubo un tiempo en que los estercoleros eran acogedores, pero ahora la basura de este país se ha convertido en una porquería." (Lee Marvin en El emperador del Norte , 1973, de Robert Aldrich. Guion de Christopher Knopf).

Ambiente bucólico

  Parecía que era su sino, el ser un alma errante sin obligaciones ni ataduras pero, por otra parte, muy feo y con muy mala suerte. A pesar de todos sus infortunios, Calloso no perdía la esperanza. Sentía su corazón cada vez más libre, más fuerte y eso le daba fuerzas para proseguir su camino. Ya era de día en alguna parte remota de nuestro país y Calloso estaba cansado, ya que había corrido más que Forrest Gump en sus mejores tiempos de Vietnam. Se paró al lado de un arroyo y se aseó en modo gato, lavándose los sobaquillos, genitales y su cara callosa. Los animalillos pasaban a su lado cual estampa bucólica al más puro estilo prerrafaelista, aunque más de uno fuera degollado (sin dolor) por Calloso para satisfacer sus necesidades primarias. Pasaban los días y al cabo de una semana Calloso ya se había hecho una cabaña de madera, con su camita de paja, sus hogueras y animalitos muertos. A Calloso no le gustaba matar animales.  (Airin Takanawa, Calloso y otros cuentos . Series Freak , 20

Dedicatoria y recuerdo

Cuando Antonio Rabinad sacó su libro de memorias El hombre indigno (Alba Editorial, 2000) fuí un domingo de marzo al Mercat de Sant Antoni de Barcelona, donde tenía un puesto de libros, y estuve hablando con él de sus vivencias en el barrio de El Clot, donde había nacido. Le compré un ejemplar de su libro y le comenté que mi madre también había vivido de soltera en El Clot, donde sus padres tenían una alpargatería en la calle Rosendo Nobas. Rabinad no solo se acordaba de la tienda sino también de mi madre, la chica rubia que despachaba en ella. Le dije si le importaría dedicarle el ejemplar, y lo hizo gustosamente con esta larga dedicatoria:        Para Laura Gargallo, del Clot, y madre de mi amigo y colega Jordi Ordaz, todo lo cual bastaría para tenerla en gran estima. Pero hay más: Laura, sin duda, en el mismo barrio y en la misma época, ha vivido muchos de los sucesos que se narran en el libro. Que yo ahora le dedico muy especialmente, con todo mi aprecio.   Addenda: Hoy se cumple

Muerte de Zarmaros

  Vivir significa experimentar pérdidas. La pregunta de qué es lo que nos espera debe ser casi tan antigua como la humanidad misma, pero el hecho de que esté ligada de forma inquietante e ineludible al futuro hace que se escape de toda previsión y que, por tanto, el momento y las circunstancias de la muerte sean un misterio. ¿Quién no ha deseado alguna vez desligarse del agridulce sufrimiento que nos provoca no conocer el futuro y poder anticipar el impulso fatal y las desgracias que nos esperan, a fin de evitar el destino ineludible? (...). Augusto recibió una legación india en la isla de Samos, entre los obsequios que le trajeron no solo había un tigre y un muchacho sin brazos que había aprendido a utilizar los pies como si fuesen manos, sino también un hombre llamado Zarmaros, de la casta de los brahmanes, que tenía la intención de poner fin a su vida precisamente porque había transcurrido tal como él deseaba. Para asegurarse que a aquellas alturas no le pasase nada inesperado, cuan

Palou: carne apaleada

En la película Con todos los honores (Todd Robinson, 2019), el personaje interpretado por Samuel L. Jackson dice: "El suicidio no tiene futuro". Puede que sea así en términos generales, pero no tanto en el campo de la literatura. Desde antiguo los escritores que optaron por quitarse la vida han adquirido una cierta aura o plus de reconocimiento que los hace más singulares y relativamente perdurables. Incluso para algunos de ellos ha supuesto, al margen de su valía literaria, un pasoporte a la posteridad. En cambio las muertes por causas naturales se consideran irrelevantes por ser las más comunes. Hay libros que reúnen biografías de escritores suicidas, pero no conozco ninguno que agrupe, por ejemplo, a los escritores muertos por infarto de miocardio. El suicidio es siempre excepcional y conlleva un inevitable halo de fatalidad. En consecuencia, los escritores y escritoras suicidas han ejercido, sin ellos pretenderlo, una especie de fascinación morbosa, al menos en algunos l

Los accesorios del matrimonio

Anita Brookner (1928-2016)   Entonces no sabía que no era necesario casarse con todos los hombres de los que una se enamora. Ahora lo sé. Ahora comprendo que el matrimonio es una tentación para una mujer, pero que una puede, y quizá deba, resistirse. Yo tendría que haberme resistido, o mejor dicho haberme resistido entonces y haber dejado la ocasión para más tarde. Pero una entrega fácilmente el corazón cuando es joven, y además quiere todos los accesorios del matrimonio: la emoción, la seguridad y la promesa de una vida nueva. Y es muy triste prescindir de esas cosas. Ahora he cambiado de opinión. Claro que las mujeres mayores son más valientes que las jóvenes. No tienen más remedio que serlo.  (Anita Brookner, Vidas breves . Libros del Asteroide, 2020).

El chico de la sábana

                                                               El prendimiento de Cristo, por Van Dyck (1620)   Los personajes principales que intervienen en la narración de la pasión y muerte de Jesucristo son de sobras conocidos: Judas, Poncio Pilatos, Caifás... Los evangelistas dan fe de sus intervenciones, si bien cada uno de ellos aporta sus propios matices al relato. Existen, también, actores de reparto que salen en unos evangelios y en otros no. Luego están los figurantes. Uno de estos últimos tiene su momento de gloria en el evangelio de san Marcos, en el episodio del prendimiento de Cristo. Según cuenta Marcos, en Getsemaní, después de que uno de los acompañantes de Jesús (no dice quién) saca una espada y le corta la oreja al criado del Sumo Sacerdote (según otras fuentes es Pedro quien empuña la espada y Malco el nombre del criado), viene la escena en que todos abandonan a Jesús, quedando éste en manos de sus captores. Y entonces dice Marcos: "Y todos lo abandonaron y hu