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Mostrando entradas de junio, 2012

La cantante calva

María Felicitas Malibran  (1808-1836) (Benkard, 60)

Elogio de Meléndez Valdés

 William Henry Hudson (1841-1922) Meléndez, que era un trovador del siglo XVIII, ha sido tal vez el último de una larga lista de poetas que han cantado como nadie la purísima delicia de la vida en contacto directo con la naturaleza. Una parte de ese encanto se debe indudablemente a la belleza del idioma en que escribieron y a la libre y airosa gracia de los asonantes. ¡Qué sonido duro y artificial tiene a menudo el consonante, con su retintín a intervalos regulares, como el batir del martillo del herrero sobre un metal! En los géneros más libres de la poesía española hay innumerables versos que nos hacen considerar a los más dulces e inspirados de nuestros trovadores y a sus poesías, desde Herrick a Swinburne, duros y mecánicos en comparación con aquéllos. Pero hay algo más. En primer lugar, dudo mucho de que se justifique nuestro alarde tan frecuente de que el sentimiento hacia la naturaleza es más profundo en nuestros poetas que en los de otras naciones. Es posible que el exige

Baron Corvo

The Desire and Pursuit of the Whole (New Directions, 1953) (Diseño de la sobrecubierta de Andy Warhol)   Frederick William Rolfe, más conocido en el mundo literario como Barón Corvo, nació en Londres en 1860. A los quince años abandonó el hogar y pasó nueve años ejerciendo de maestro y ejercitándose en la escritura, la pintura y la fotografía. Convertido al catolicismo, ingresó en un seminario con la intención de ser sacerdote, pero sus superiores, descontentos con su conducta excéntrica, lo rechazaron. Este hecho habría de afectarle por el resto de su vida. Pese a todo, su vocación de escritor no se ablandó, y en 1898 publicó el libro de relatos Stories Toto Told Me , que le dio a conocer en círculos literarios minoritarios. Sus obras posteriores, tales como Hadrian the Seventh (1904) o Don Tarquinio (1905) le dieron prestigio, pero no dinero. Vivía prácticamente de lo que le daban sus amigos, quienes a menudo tenían que soportar desplantes y censuras por su parte. Con e

Un amante del progreso

  J. G. Farrell (1935-1979) "Los cimientos sobre los cuales los nuevos hombres construirán su vida son la Fe, la Ciencia, la Respetabilidad, la Geología, la Invención Mecánica, la Ventilación y la Rotación de Cultivos". (El recaudador Hopkins, en El sitio de Krishnapur , 1973, de J. G. Farrell).

Bloomsday en Oviedo

Armando Murias, Fernando Fonseca y Jorge Ordaz  en Ca Beleño, celebrando el Bloomsday.  El pasado sábado, 16 de junio, celebramos en Oviedo el primer Bloomsday en Asturias. Organizado por la Asociación de Escritores de Asturias nos reunimos unos cuantos entusiastas en la cervecería Ca Beleño. Condujo el acto Armando Murias y hablamos -de Leopold Bloom, Joyce y demás- Fernando Fonseca (de quien partió la iniciativa) y un servidor. A modo de homenaje final, saqué mi primer Ulises (el de Santiago Rueda, Buenos Aires, 1962, con traducción de José Salas Subirat) y leí un breve fragmento del soliloquio de Molly Bloom. Luego hubo charla distendida, cervezas y, a falta de riñones de cerdo, bollos preñaos de chorizo, gentileza de la casa. Nos lo pasamos bien, que era de lo que se trataba.

Boswell en Königsberg

James Boswell ( 1740-1795) En abril de 1784 James Boswell almorzó con Immanuel Kant en Königsberg. De la visita dio cuenta el propio Biswell en un pasaje de su diario, desconocido durante mucho tiempo y que no vio la luz hasta 1997 (hay reciente traducción al castellano de Miguel Martínez-Lage: James Boswell visita al profesor Kant , Ediciones La uÑa RoTa, 2012). De camino a Königsberg en la diligencia del correo, el biógrafo del Dr. Johnson fue interpelado por dos mozos que "trabaron una disputa en torno a una curiosa cuestión, a saber, si era posible atravesar todos los puentes de la ciudad, pero pasándolos todos ellos tan solo una vez". El envite había sido zanjado bastantes años antes por el matemático Leonhard Euler, desmostrando que tal hazaña era imposible. Pero Boswell, ignorante de dicha resolución, declara más adelante como si tal cosa: "Tras varias circunvoluciones, todas inconclusas, por fin de una tacada crucé los nueve puentes, cumpliendo esta vez

Un poema de Aller

EL FINAL DEL JUEGO Mejor será saberlo. Tal como van las cosas, la esperanza redime tan sólo a los estúpidos. Cegados repetimos la historia que ignoramos, diseñando estrategias que el mañana revienta. La mentira ha triunfado y el mundo se destruye entre risas y cánticos de beodos y maulas. El hombre muerde el polvo y los cuatro jinetes cabalgan poderosos en el trémulo ocaso. Prendados de una sombra, golpeamos el vidrio como moscas tenaces. Morimos y matamos. Quedará de nosotros un puñado de tierra que dirá la locura de la vida arruinada. (Jesús Aller, Los dioses y los hombres , KRK, Oviedo, 2012)

9 de junio

Grabado del accidente ferroviario de Staplehurst  Tal día como hoy de 1865, Charles Dickens viajaba en tren hacia Londres de regreso de un viaje a Francia. Con él iban, de incognito, su amante Ellen Ternan y su madre en un vagón privado de 1ª clase. El manuscrito de la última entrega de Nuestro común amigo se hallaba en el bolsillo de su sobretodo, colocado en la rejilla encima del antimacasar. El tren rodaba a unas 50 millas por hora. A su paso por el viaducto de Staplehurst, en Kent, el tren enfiló la vía en obras y descarriló. Todos los vagones de 1ª clase, excepto el de Dickens, cayeron al río. Según testimonios, Dickens se comportó de manera heroica, salvando vidas y socorriendo a los heridos. También salvó el manuscrito. La mayor preocupación de Dickens, sin embargo, era que se llegase a saber quién le acompañaba en el viaje. Logró mantener el secreto y que la prensa no hablara de ello. Pero salió tocado.   De acuerdo con manifestaciones de su hija Mamie, la salud de

Roth y Bradbury

Finalmente, después de las especulaciones de rigor, el premio Príncipe de Asturias de las Letras ha ido a parar a manos de Philip Roth. ¿Merecido? Sí, claro, ¿por qué no? Otra cosa es si Roth se lo merece más que Alice Munro u otros autores que se barajaron en esta ocasión. O que ni siquiera se tuvieron en cuenta. Y aquí entramos en materia opinable, como todos los premios. En realidad hace tiempo que los Príncipe y el Nobel "pescan" en el mismo pool internacional. Tanto que a veces da la sensación de que se los pisan unos a otros (Roth era, y continúa siendo, un nobelable por excelencia). Y ayer murió Ray Bradbury, un maestro de la ciencia-ficción y la fantasía humanista. Un sentido recuerdo para el hombre que nos recordó a todos a qué temperatura arden los libros (de papel).

Simpson

George Gaylord Simpson (1902-1984) George Gaylord Simpson fue sin duda uno de los importantes paleontólogos del siglo XX, especialista en mamíferos fósiles, gran teórico evolucionista y experto lingüista. Después de su muerte, su hija descubrió  entre sus papeles el manuscrito de un relato de ciencia-ficción escrito en los años setenta y titulado The Dechronization of Sam Magruder . Se publicó en 1996, con prólogo de Arthur C. Clarke y epílogo de Stephen Jay Gould. Fue traducido al castellano por María Belmonte y publicado al año siguiente por la editorial Mondadori con el título Entre dinosaurios . El relato de Simpson narra las peripecias de un "cronólogo", Samuel Magruder, que en 2162, y gracias a un proceso de su invención conocido como "descronización", viaja nada menos que ochenta millones de años atrás, o sea, al período cretácico. Magruder es consciente de que es el único humano en un valle poblado de gorgosaurios, celurosaurios, tiranosaurios y otros

Nido de víboras

Para llevar a cabo la cópula, el macho de la víbora se enrosca en torno a la hembra; cuando ya han cumplido el acto amoroso, la desposada da a su compañero una paga nefasta, a modo de recompensa por el contacto sexual: se enrosca a su cuello y le secciona la cabeza de cuajo. El macho, pues, muere, en tanto que la hembra concibe sus crías; no se trata de un animal ovíparo, ya que da a luz; los recién nacidos de inmediato se entregan a unas actividades que están de acuerdo con su índole perversa: destrozan a dentelladaas el vientre de la madre y salen al mundo exterior, vengando la muerte del padre. Poetas trágicos amigos: ¿qué podrían decir ante tales hechos Orestes o Alcmeón? Aristóxeno narra que, cierta vez, un hombre dio muerte a una víbora con la mano y, a pesar de no haber recibido ninguna mordedura, perdió la vida; también agrega que la túnica que ese hombre vestía al matar al reptil se pudrió al cabo de poco tiempo. En su poema Dardánicas , Hegemón habla del tesalio Alev