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Mostrando entradas de mayo, 2022

Sobrevivir

  Sobrevivir no siempre es salvarse, salvarse en cuanto a condiciones de vida necesarias, a calidad, a gestión de una vida que no implique un sufrimiento insoportable o un dolor angustioso. No podemos engañarnos al creer que toda fortaleza humana puede soportar cualquier grado de dolor pero sí aprender a gestionarlo de la mejor manera posible. Entendamos la vida como un cuaderno de bitácora, cuyas anotaciones al margen son las cicatrices internas o externas que nos han asignado los diferentes golpes -y también dicha- que han transformado lentamente nuestro cuerpo y pensamiento, nuestra actitud y creencias hasta convertirnos en quien somos ahora. Supervivencia es seguir viviendo de un modo consciente y con un valor que exige una actitud reflexiva más allá de toda vida que sólo supone una superficie plana que cubrir con banalidades y momentos que se diluyen una vez vividos como el agua entre las manos. Vivir es siempre algo más. Supervivencia es haber logrado impregnar de cierta trascend

Cualquiera

  Fred MacMurray: "Cualquiera puede morir cualquier día." Lin McCarthy: "Ese cualquiera soy yo, y cualquier día mañana." ( El rostro del fugitivo , 1959, de Paul Wendkos. Guion de David T. Chantler y Daniel B. Ullman).

Un poema de Alba

  TRANQUILOS   Al ornitorrinco le da igual ser especie protegida. El koala no se considera adorable ¿Tienen en otros planetas problemas respiratorios? ¿Y problemas de amor? ¿Serán carnívoros? Reiteradas extinciones masivas que no fueron objeto de la menor noticia Ningún banco financió la deriva de los continentes. Este sol del montón se encendió solo y lo que está mirando no son nuestros problemas.    (Francisco Alba, El delito mayor . Trabe, 2022).

Autodesmovilización

"Los médicos ordenan ciertas prácticas a los que sufren fatiga del frente. Hasta cuando le dejan a uno libre le ordenan algunos ejercicios. Una de estas prácticas es llamada "autodesmovilización". Le hablan a uno del gato cuyo espinazo se arquea y cuyo pelo se eriza cuando se encuentra frente a un perro o ante algún peligro, y le explican cómo el gato se "autodesmoviliza" cuando pasa el peligro y se va a dormir para estar preparado para la movilización inmediata cuando tenga lugar un nuevo ataque." (George Harmon Coxe, El novio cayó muerto . José Janés, 1951. Traducción: Víctor Gallego).  Nota . Al margen del contenido de esta novela detectivesca, llama la atención la sugerente sobrecubierta, entre onírica y surrealista (variante daliniana), inusual en este género y más aun a principios de los años cincuenta. La ilustración está firmada por un tal S'Well, nombre a todas luces un pseudónimo y del que no he podido encontrar referencia alguna. ¿De quién

Linterna sorda

  J. D. - Y su madre, ¿cómo reaccionó ante sus libros? C. - Ella encontraba esto peligroso y malo... Veía que esto acabaría muy mal... Tenía un espíritu muy prudente. J. D. - ¿Ella leía sus libros? C. - Oh, no podía, era superior a sus fuerzas, le hubiese parecido grosero, dado que ella no leía libros, no era una mujer de leer libros. No. No tenía ninguna vanidad. Continuó trabajando hasta su muerte. Yo estaba en prisión, supe de su muerte... No, yo había llegado a Copenhague cuando me enteré de su muerte... Un viaje abominable, innoble, sí, la orquestación perfecta. Abominable.. Pero solo son abominables las cosas de un lado, no lo olvide, eh... Pues, usted sabe... la experiencia es una linterna sorda que solo ilumina al que la lleva... es incomunicable... debo guardar esto para mí... (Louis-Ferdinand Céline entrevistado por Jacques Darribehaude en 1962. En: L. F. Céline, À l'agité du bocal et autres textes , Éditions de L'Herne, 2006).       

Fuego en la cintura

  La morena de las trenzas debía tener fuego en la cintura. Porque sus caderas se movían velozmente al ritmo de las guitarras que tocaban los mariachis a un extremo del pequeño tablado. Apoyado en la barra, Lewis Wallasch se la comía con los ojos. Y comenzó a encalabrinarse cuando la mirada de Lupe Rojas se cruzó con la suya como por casualidad. Luego ella siguió mirándole insistentemente, con intención. Wallasch pidió un nuevo whisky. Y otro, y otro...   (Kellton McIntire, Un año después en Sharon Springs , Producciones Editoriales, 1981).