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Mostrando entradas de enero, 2018

Albert Halper

Albert Halper (1904-1984)  Entre los autores seleccionados por Emili Olcina en Narrativa proletaria norteamericana 1929-1941 (Laertes, 2017), figura Albert Halper, con un cuento, "Esquirol", en mi opinión uno de los mejores de la antología. Hijo de inmigrantes lituanos pobres, Halper trabajó desde niño, fue autodidacta y se introdujo en el periodismo antes de dedicarse en cuerpo y alma a la literatura. Considerado un autor representante de la corriente "proletaria", a diferencia de otros colegas que comparten también dicha etiqueta, Halper no se afilió al partido comunista, aunque siempre mostró una gran conciencia social en la defensa de los obreros y sus reivindicaciones. Sus primeras novelas reflejan de forma muy realista las condiciones laborales de la Gran Depresión y retratan con fidelidad los problemas de las capas más humildes de la población. Sus primeras novelas, como Union Square (1933), The Foundry (1934) y The Chute (1937), tuvieron un gran éxi

Un poema de Ana Vega

SI PRETENDES IMPEDIR QUE HABLE Si pretendes impedir que hable o piense o diga ambas cosas debes atar bien fuerte mis muñecas y coserme la boca con tal brutalidad que impidas que yo misma me devore los labios hasta escupir todo silencio. He de decirte que tengo cierta tendencia a romper toda atadura y alzarme de nuevo desde la nada. Y contra esto he de decirte, también, es imposible cualquier intento de silenciarme. (Ana Vega, Herencia , Canalla Ediciones, 2017).

Objetos personales

El mondadiente de oro de Lucas Beauchamp. La rosa de Emily Grierson. El monedero de platino de Temple Drake. La mazorca con la que Popeye fuerza a Temple Drake. El frasco con luciérnagas de T. P. La dentadura postiza de Anse Bunchen. Las botas nuevas de Jiggs. El tubo de dentrífico de Joe Christmas (niño). La capellina y el hato de Lena Grove. La cadena del reloj de Gavin Stevens de cuyo extremo pende la condecoración Phi, Beta, Kappa, conferida por la Universidad de Harvard. Las máquinas de coser de Ratliff. El corbatín negro de Flem Snopes. La sombrilla de la Sra. Copmpson. El sable del coronel Sartoris. El ramito de verbena en el pelo de Drusilla. La pistola de duelo (no usada) de Bayard Sartoris. El delantal de hule negro de Miss Zilphia Gant. La guadaña con la que Wash Jones mata al coronel Sutpen. La pipa de Faulkner. Objetos, objetos...

El bosque y las voces de la tierra

Hablaré de Tolimara y sin necesidad de recurrir a la imaginación de quienes relataron tan fantástico territorio. Si has logrado contemplar Tolimara deberás regresar presto al refugio: solo con el recuerdo disfrutarás de su incierta belleza, de la visión del bosque Montano, del valle y del mar en el límite de la visión, del azul rosado del atardecer, de los ríos de fuego arañando la selva y las rocas... No será sino esa visión última la que recordarás y transmitirás a quienes la desconozcan. Pero deberás hablarles de aquello que no has visto o tus ojos e imaginación jamás comprendieron: la lava incandescente derramarse por las lomas, el bosque Montano ardiendo entre ríos de fuego, los chorros de crema gris acero solidificarse antes de estrellarse como cristales mágicos a tus pies, entre espumas y vahídos de la mente; el sol rojo confundido en nubes de ceniza con el clamor de la explosión final; el miedo sometido a la fuerza ajena y extraña... (Mariano Arias, Imagina bosque imagin

Vestida o desnuda

"Esto es muy raro. Nunca había estado a solas con un hombre antes, incluso con la ropa puesta. Sin ropa, es todavía mas raro." (Audrey Hepburn en Vacaciones en Roma , 1953, de William Wyler. Guion de Ian McLellan Hunter y John Deighton).

El doctor Carlos García

Siempre es un gozo toparse con un clásico del que no habías oído hablar nunca. Me ha sucedido hace poco leyendo un ensayo del peruano Ventura García Calderón en el que mencionaba al "doctor Carlos García", autor de La oposición y conjunción de los dos grandes luminares de la tierra (1617), más conocida con posterioridad como Antipatía de los franceses y españoles.  Pero la obra por la que hoy en día se le recuerda (relativamente hablando, pues no deja de ser un autor desconocido) es La desordenada codicia de los bienes agenos , dicha también Antigüedad y nobleza de los ladrones , editada en París en 1619, en casa del impresor Adrián Tiffeño.  Los datos sobre la vida del tal García son escasos y no siempre fiables, incluso se ha defendido que podría tratarse de un pseudónimo. Marcos Fernández, en su Olla podrida a la española (Amberes, 1655), dice haberle conocido en Francia y ser, entre otras cosas, "médico sin grado, filósofo entre seglares, predicador de lo que

Encuentro entre un gigante y un enano

Poco después de llegar a Londres, recaló en la ciudad un magnífico gigante. Medía ocho pies y tres o cuatro pulgadas, medida de Inglaterra (2,5 m). Estaba bien proporcionado, su fisonomia era agradable y, cosa poco habitual en los hombres de esta especie, su fuerza se correspondía con su tamaño. Por aquel entonces no contaba más que veintidós años. Algunas personas parecieron desear vernos juntos; mis protectores, el duque y la duquesa de Devonshire, acompañados de Lady Spencer, fueron un día a verlo y tivieron la amabilidad de llevarme con ellos. Nuestra sorpresa fue, según creo, idéntica: el gigante permaneció callado un instante, mirándome con asombro, después, inclinándose hasta la mitad de su altura para ofrecerme su mano, en la que habrían cabido fácilmente una docena de las mías, me hizo un sincero cumplido. Si un pintor hubiera presenciado ese encuentro, el contraste entre nuestras dos figuras habría podido inspirarle la creación de un interesante cuadro puesto que al acerca

Un poema de Yeats

William Butler Yeats (1865-1939) LOS REYES MAGOS Ahora, como siempre, pálidos e insatisfechos, me parece que puedo verlos: con sus tiesas, coloreadas vestiduras, aparecen en el celeste fondo azul y desaparecen, todos con rostro anciano cual piedra batida por la lluvia, todos con el casco de plata, oscilando de uno a otro lado, todos con los ojos atentos, esperando volver a dar, no habiéndoles satisfecho la turbulencia del Calvario, con el misterio incontrolable que sacude el suelo bestial. (W. B. Yeats, Antología poética , Lumen, 2005. Traducción de Daniel Aguirre).  

Panteón

Lo que más le cuesta a un escritor es restarle importancia a lo que hace, que no siempre se limita a ser lo que escribe. Avanza por el camino solitario de la literatura, y esto a veces lo atenaza y lo agobia. Pero ¿acaso no es el sentimiento natural de todo escritor que se precie de serlo? Hay que tener mucha fuerza de voluntad para seguir. Y asumir la incomprensión, el etiquetamiento, la desubicación. Asumir que los libros de uno no son más que gotas en el océano. Entonces se pregunta, como reacción a esa bocanada de realidad, si tiene sentido pensar que sus libros serían otra cosa que gotas en el océano. Se convence de que el único camino cierto es ser uno mismo, con todas las consecuencias, con todas. El escritor ha de salir del panteón de sus propios libros o si no el muerto será él. (Adolfo García Ortega, Fantasmas del escritor , Galaxia Gutenberg, 2017).