Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de octubre, 2022

Un poema de Garrigue

                                                                                                                                                             Jean Garrigue (1914-1972)   ATRAPA LO QUE PUEDAS   Lo que hay que hacer es probar esa dulce piel que se obtiene al permanecer en lo más hondo de una cosa. La imagen que tengo es la de una fruta: el hueso dentro de la ciruela o alguna médula similar que mantiene la esbelta esfera firme y sana. Quédate conmigo, flores de montaña vi y polilla golpeando contra una roca oscura por el viento, quédate conmigo hasta que me construyas por todo mi alrededor la miel y el clavo que pensé saborear si me demoraba lo suficiente  viví y obtuve tu esencia intangible y salvaje en mi corazón. Y ya sea por la vista o por el pensamiento o quedándome en lo profundo de un cobertizo aéreo hasta que la imaginación distinga la enredadera de hojas de corazón de la maldita roca calva, no puedo adivinarlo. El juego vale la pena si hay llama.   (Jean Garrigue,

La parejina

  Parecían felices, y lo eran, a ratos, claro. La parejina, les decían por la calle. Y ellos sonreían sin razón alguna. Él mantenía una relación secreta con el marido de la mejor amiga de su madre, y ella hacía lo mismo con el marido de esta. Curiosa coincidencia, el destino, tal vez. Sin embargo, cuando iban cogidos de la mano por la calle la gente los saludaba con una enorme sonrisa, y con envidia, no sana de las otras, la  real. La parejina, les decían. Un piso en el centro, pequeño, con un sofá rojo gigante y una nevera nueva. Ella había decidido comprar una alfombra para el salón. Él dejaba las zapatillas siempre en el mismo sitio, junto a la cama, en el lado izquierdo, con unos calcetines dentro. Ella los recogía con cuidado y los doblaba, se los dejaba sobre la cama, junto al pijama. La parejina, decían algunos. Tres años y medio de convivencia, tres de noviazgo. Planeaban irse de vacaciones a Burdeos en primavera. Eso era todo, una bonita estampa, una ilusión óptica, fácil y có

Almayer

  Cada verano suelo leer alguna obra de Joseph Conrad. Es como reencontrarse con un viejo amigo al que no ves desde hace tiempo, pero en cuanto empiezas a hablar con él es como si le tratases todos los días. Lo hago por deleite, pero también a modo de homenaje a uno de mis autores favoritos y en agradecimiento por tantas buenos ratos pasados en su compañía. Esta vez ha sido La locura de Almayer . La he leído en la misma edición que la primera vez hace muchos años, la de Montaner y Simón de 1925, con excelente traducción del inglés de Rafael Marquina. Almayer's Folly (1895) es la primera novela que publicó Conrad y posee muchas de las cualidades que habrán de caracterizar su posterior obra literaria. Al hilo de su nueva lectura se me ocurren unos pocos apuntes.  Las dos primeras palabras con que empieza Conrad la novela ( ¡Kaspar! ¡Makan! ) no son inglesas, y obligan a una nota a pie de página del traductor: "Gaspar, la cena está lista" - En la trad. franc. de G. S. L. de

La Casa y el Libro

La Casa se halla situada en las afueras de un poblado llamado Sitio. Por decisión del dueño, que no se sabe quién es, la Casa no se vende ni se alquila; se cede a inquilinos que saben que su tiempo en ella será limitado y así lo rubrican en un contrato que les presenta para su firma el llamado apoderado. Entre las condiciones del contrato se halla la prohibición expresa de tocar o manipular el antiguo reloj de péndola que desde un ángulo del salón marca permanentemente la hora.  La Casa (Trea, 2021), última novela del escritor asturiano José Antonio Mases, narra con una prosa absorbente y poderosa las historias de sus diversos moradores, y con ellos sus episodios de felicidad, frustración, esperanza, decadencia, nostalgia... La vida y la muerte a través de segmentos de tiempo sucesivos. Como decía la voz en off al principio de una vieja serie de televisión en blanco y negro, en los primeros años sesenta, y cuyo título he olvidado: "El péndulo marca las horas y el destino traza un

Ernaux

  El premio Nobel de Literatura 2022 ha ido a parar a Annie Ernaux, una de las más prestigiosas  representantes actuales de la llamada autoficción o literatura del yo. Como este subgénero novelístico no está entre mis preferidos, debo reconocer que la obra de la escritora francesa me es en gran parte desconocida, por lo que no me atrevo a expresar una opinión cualificada sobre ella. Me alegro, eso sí, por mi amigo Moisés Mori, que publicó un libro de más de 800 páginas enteramente dedicado a su figura ( Escenas de la vida de Annie Ernaux , KRK, 2011), cuando aun no se hablaba de ella como candidata al Nobel.  

Maquillaje

Y eso que no te maquillas . Reconozco que, antes de irme a la cama, doy una cantidad infernal de vueltas y ya no me sirve de excusa lo de sacar comida para mañana, lo de tener preparada la mesa del desayuno o lo difícil que es en Asturias decidir la ropa para el día siguiente. La frasecita, en cualquier caso, me jodía, no tanto por su contenido o su tono, sino porque se hubiese convertido en la fórmula monjil y putrefacta con la que mi marido me recibía cada noche al acostarme, tan interiorizada para ambos como el lado que cada uno ocupaba en la cama.  Fue aquel día delante del espejo, mientras yo misma me preguntaba cómo podía tardar tanto en no hacer nada, cuando se me ocurrió maquillarme. Base en polvos, corrector de ojeras, iluminador, sombra de ojos, eyeliner, rímel, colorete , gloss para los labios. Con el tiempo, fui tardando cada vez menos, de manera que podía echarme todos esos potingues y eliminarlos de mi cara en prácticamente 5 minutos. Puede que muchos consideren este co