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Mostrando entradas de julio, 2017

El granjero de Rowan Oak

William y Estelle Faulkner a las puertas de Rowan Oak en 1955. En el verano de 1929 William Faukner se casó con Estelle Oldham Franklin, que se había divorciado de su esposo y había venido a Oxford con los dos hijos de este matrimonio, Malcolm y Victoria (conocida como Cho-Cho). Se casaron en la vieja iglesia presbiteriana de las afueras de Oxford que construyeron los esclavos sobre College Hill. Pasaron la luna de miel en Pascagoula, y fue allí donde Faulkner corrigió las galeradas de El sonido y la furia . Al año siguiente, animado por los ingresos que le generaban sus relatos cortos en las revistas y la próxima publicación de sus libros en Inglaterra, Faulkner  compró Rowan Oak, una casa ante-bellum de Oxford, destartalada y necesitada de restauración. Por esta casa, adquirida por 6.000 $ y pagada a plazos de 75 $, lucharía Faulkner toda su vida  Como señala Michael Millgate ( The Achievement of William Faulkner , 1966): "Visto hoy, el acto de adquirir tal casa se pre

Memorare Manila

     Pero la debacle llegó con la batalla de Manila, ya en pleno declive del Imperio del Sol Naciente, ante la presión de las tropas estadounidenses, australianas y de los propios filipinos sobre la capital de Filipinas.       Luis García así me lo contó:       -Hacia el día 7 de febrero de 1945, los estadounidenses empezaron a bombardear el sur de Manila. Y fue entonces cuando el general Yamashita ordenó al almirante Ibabuchi, encargado de las fuerzas japonesas en Manila, que evacuara Manila inmediatamente. Pero Ibabuchi hizo todo lo contrario. Abrieron todos los almacenes donde tenían todos los alimentos y las bodegas donde tenían  toda la cerveza. Y se emborracharon. Cuando estaban completamente borrachos, Inbabuchi les dijo: "¡A quemar Manila!".      Había comenzado la sanguinaria batalla de Manila que se iba a saldar con unos cien mil nuertos en menos de un mes porque los japoneses tenían la orden de no rendirse. También contribuyeron a la destrucción las prisas de

Un poema de Muriel Spark

Muriel Spark (1918-2006) BORROSO La ventaja de ver borroso es que solo hay contornos y no nimios detalles. Todas las pieles son lisas. Todas las cejas son arqueadas. Todos los ojos son puntos negros. Todos los vestidos están limpios. Los postes del telégrafo parecen álamos y un cuarto oscuro es lo que se supone que es. Los cuadros de las paredes del hotel semejan arte y yo nunca encuenrto mis gafas. (Muriel Spark, All the Poems , 2004. Traducción: J. O.). 

Alien

Brown y Jansen actuaban las válvulas de seguridad y nuevamente lanzaron al espacio, en la dirección de proa del aparato, dos poderosos chorros de oxígeno.       -Televisión -ordenó William.       En la pantalla apareció televisada toda la proa del "Tritón Volador" y gran parte del cuerpo central del mismo.       Ante los ojos de William apareció nítidamente aquel extraño objeto que tanto asombro les había causado antes. Todos los hombres miraban interesadísimos y la luz se hizo en sus cerebros. Aquel cuerpo no era ni más ni menos que un inmenso pulpo de dimensiones colosales que ocultaba entre sus asombrosos tentáculos la mayor parte de la proa del "Tritón Volador" hasta cubrirla casi por completo. (Profesor Hasley, Base Sakchent Nº 1 . Editorial Valenciana, 1957). 

El manantial del deseo

Ford Madox Ford (1873-1939) Sobre el instinto sexual sé muy poco y no creo que signifique mucho en una pasión realmente grande. Puede despertarse por cosas tan insignificantes -un cordón desatado de un zapato, la mirada de unos ojos al pasar- , que creo mejor dejarlo fuera de nuestros cálculos. No quiero decir con todo esto que existan grandes pasiones sin el deseo de llegar a la consumación. Eso me parece que es un hecho sabido y que se trata por tanto de una cuestión que no es necesario comentar. Es una cosa, con todos sus accidentes, que hay que dar por sentado, como en una novela, o en una biografía, damos por sentado que los personajes toman sus comidas con cierta regularidad. Pero la verdadera fiebre del deseo, el verdadero fuego de una pasión largo tiempo mantenida y que termina por agotar el alma de un hombre, es el vehemente anhelo de identidad con la mujer que ama (...). Porque, se diga lo que se quiera  sobre la relación entre los sexos, no hay hombre que ame a una mu

La música de Faulkner

Go Down, Moses, and Other Stories  fue publicada por Random House en 1942 como una colección de relatos cortos  Para la segunda edición de 1949, Faulkner escribió a los editores urgiéndoles a quitar del título "and Other Stories", e insistiendo en que Go Down, Moses era "una novela de verdad". Desde entonces, el que sea una serie de relatos más o menos hilvanados entre sí o una verdadera novela ha tenido ocupados a algunos críticos. En realidad, da igual. De una forma o de otra es Faulkner en estado puro. La obra trata de las relaciones entre blancos y negros a través del hilo conductor de una de las familias más antiguas de Yoknapatawpha, los McCaslin; y contiene dos de los mejores relatos que Faulkner escribiera, los titulados "El oso" y "Otoño en el delta", a menudo  antologados. En España la primera edición de ¡Desciende, Moisés! (así, con los signos de interjección) fue publicada por Luis de Caralt en 1955. La traducción era de Ana Mar

Partir el corazón

"A nadie se le parte el corazón por el primer amor; solo por el último." (James Cagney en La ley de la horca , 1956, de Robert Wise. Guion de Michael Blankfort y Jack Schaefer). 

Breves pensamientos

Guido Ceronetti El arma más peligrosa que se ha inventado es el hombre. Todo lo que no se come hace bien a la salud. El hombre es un demonio venido a menos. La enfermedad que impide vaciarse es peor que la que impide llenarse. Suprimidos los combates de los gladiadores, los cristianos instituyeron la vida conyugal. Quien calla y no sonríe después del amor degrada a Eros. No tuve nunca un dolor tan grande, decía Montesquieu, que no me lo quitara una hora de lectura. He ahí al verdadero literato. La elección profunda del hombre será siempre un infierno apasionado, antes que un paraíso inerte. (Guido Ceronetti, El silencio del cuerpo . Traducción de J. A. González Sainz. Acantilado, 2006).

Brasa delatora

      El fulgor de una cerilla ilumnó brevemente la cara del "gangster". Encendió un cigarrillo. Flotando en la oscuridad quedó la llama delatora.       Con un temblor súbito en la mano, Linda alzó el revólver. Estaba dispuesta a todo.       Tuvo que esperar más de un minuto, hasta que sus dedos dejaron de temblar.       Apuntó algo más bajo que la punta del cigarrillo, que seguía entre los labios del guardián.       Una fracción de segundo después de apretar el gatillo, la brasa encendida cayó al suelo.       Pero ella supo que no había hecho blanco. Lo supo incluso antes de comprender que el malhechor avanzaba hacia ella profiriendo soeces maldiciones. (Jan Hutton, De cebo, un "gangster" . Editorial Rollán, 1950). .