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Mostrando entradas de febrero, 2017

Charles Waterton

Charles Waterton (1782-1865) Charles Waterton fue un naturalista y explorador inglés, más conocido por sus excentricidades que por sus descubrimientos científicos. Hizo varios viajes a Sudamérica, fruto de los cuales fue Wanderings in South America (1825), que fue un éxito de ventas y uno de los libros de viajes más leídos de la primera mitad del siglo XIX. En este libro describe sus aventuras y hazañas, entre las cuales se cuentan el haber dormido una noche junto a una gigantesca serpiente coulacanara de catorce pies de largo, y haber cabalgado a lomos de un gran caimán, ante la estupefacción de los porteadores que le acompañaban. Uno de los objetivos de estos viajes era encontrar el veneno woorali, que él consideraba como un inmenso y ansiado tesoro y que al final consiguió. Waterton pertenecía a una familia católica de mucha raigambre, entre cuyos antepasados se contaban varios santos, entre ellos Santo Tomás Moro. Su residencia en Walton Hall, en el condado de Yorkshire, era

Dialogar

Guillermo Díaz-Plaja, 1909-1984) Dialogar es necesario. Más que navegar. Más que vivir. La carencia de diálogo es una vieja lacra de la vida española. Digo dialogar, que no es lo mismo que enfrentar dos monólogos. Dialogar, que es un interloquio en el que cada locutor debe estar allí, tanto para expresar lo que quiere decir como para escuchar lo que los otros expresan. Esta enfermedad española -la de la falta de diálogo- conduce a abismos tan pavorosos como el de imaginar que nuestra piel de toro está habitada por treinta millones de solitarios. La incapacidad de incomunicación -de comunión- es aterradora. Se produce un poco por aquella radical invalidez de la palabra que, siendo una, significa cosas diversas al pasar pot labios distintos. (Guillermo Díaz-Plaja, Memoria de una generación destruida (1930-1936) , Delos-Aymá, 1966).

Alfombra de piel

Desde el suelo barbotó Lynn Warden: -Cuando te atrape, me haré una alfombra con tu piel, Sidney. Estás pensando en el favor que te haría Graham disparando, ¿no? De esta forma te lo quedaría todo. -No sea gilipuertas, jefe. El rostro de Warden enrojeció de ira. (Ray Lester, Inventar un asesino . Colección Punto Tojo, Editorial Bruguera, 1976).  

Sangre rota

Cuando uno lee Santuario (1931) es difícil sustraerse a la opinión que de ella dio su autor con ocasión de su reedicion en la Modern Library:"Para mí esta es una idea barata porque fue deliberadamente concebida para hacer dinero". Y concluyó: "Hice un buen trabajo". Santuario fue en su momento, y en cierto modo continúa siéndolo, la novela más popular de Faulkner, aunque no la más representativa de su estilo. No está a la altura de El ruido y la furia o Mientras agonizo , por citar dos obras maestras inmediatamente anteriores en el tiempo; pero sigue siendo un relato brutal, trágico y violento, contado con un pulso narrativo formidable. La historia del impotente y maligno Popeye y la violación (con una mazorca) y degradación en el burdel de Temple Drake esconde un simbolismo que en Faulkner es bastante común: la invasión y conquista del Sur por la civilización depredadora y mecanicista. Con el paso del tiempo la novela había ido difuminándose en mi recuerdo,

Mecánica Popular

Cuando era niño en casa estábamos suscritos a Mecánica Popular . Era una de las pocas revistas americanas que llegaban a España (otra era Selecciones del Reader's Digest ), La edición en español de Popular Mechanincs , "escrita para que Vd. la entienda", era una ventana abierta a la vida americana, a su way of life y a los avances tecnológicos. En el número de febrero de 1969, por ejemplo, encontramos artículos sobre la vida cotidiana de los astronautas, prospectores con pulmones acuáticos, reparación de frenos motrices, arranque para generador auxiliar, ordeño ultrarrápido, lámparas hechas con un frasco, la casa flotante, etc. Pero a mi lo qie más me llamaba la atención de la revista eran sus anuncios, en especial dos de ellos. En el primero se veían los retratos de Descartes, Newton y Franklin, y se preguntaba; "¿Cuál era el secreto poder que poseían? ¿Por qué fueron tan notables estos hombres?" La respuesta estaba en que los tres pertenecían a los Ros

Sacar de nuevo la herida a la luz

Escibir. Escribir  Reanudar el camino. Emprender un nuevo viaje. Sacar de nuevo la herida a la luz. Dejarse cegar por ella. Nada salva y ya es muy tarde. Llega el momento del empujón último, definitivo. Nadie escucha los gritos de quien llora en silencio. Y escribir, volver, sentirse cojo porque ya no arde, porque va doliendo cada vez más y más alto, más y más claro. Porque ya no hay engaño, porque todo es verdad. Y esa verdad salpica los ojos, inunda lo escrito, lo no escrito aún, lo que está por llegar. Para nacer de nuevo hay que morirse antes, muchas veces, en muchas partes, hacia dentro. (Ana Vega, El cuaderno griego . Ediciones Trabe, 2016).

El loro del rey Carlos I

El "loro del rey Cartlos I". Ilustración de The Log-Book of a Fisherman  and aZoologist (1875), de Frank Buckland A mediados del siglo XIX unos trabajadores que estaban haciendo unas reparaciones en el Castillo de Windsor, descubrieron en una de las viejas chimeneas en desuso un extraño esqueleto. Según la opinión del jefe de la servidumbre se trataría de los restos del loro favorito del rey Carlos I . El esqueleto fue enviado para su estudio al médico y naturalista Francis T. Buckland, experto en animales raros y nondescripts, y que entonces residía en Windsor como ayudante de cirujano del Segundo Regimiento de los Life Guards. Buckland lo examinó con detalle y no tardó en reconocer que se trataba de un fraude. Según su dictamen, el curioso objeto no era sino el esqueleto de un conejo, dispuesto en una actitud como de pájaro. El conejo había sido cortado en dos, y la carne arrancada de los huesos, y coloreada en un tono marrón para dar la apariencia de antigüedad. T