Mi amiga me dice, con un rostro un tanto circunspecto, que le hago pensar. Suelen acusarme de ese tipo de cosas, también de otras como "lo que escribes hace daño". La respuesta es evidente: no lo leas. Hay una anécdota que no recuerdo bien pero a la que siempre me aferro ante cosas como ésta, cuando un día a Flannery O'Connor durante una entrevista una señora le dijo un tanto enfadada que sus relatos herían. Flannery contestó que tal vez su alma no estuviera en el lugar indicado para entenderlos o, al menos, para no ser herida por ellos. Siempre me ha parecido una respuesta brillante y toda a una declaración. Cuestión nuestra situar nuestra alma en el lugar adecuado con todo el dolor que eso conlleva y el trabajo y la entrega, pero no acusemos al otro de nuestras miserias ni de sentirnos heridos ante algo que nos duele quizá por cercano o verdadero o porque de repente nos encontramos perfectamente definidos por palabras ajenas. (Ana Vega, Fresas con carne . Trabe/AFA, O