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Mostrando entradas de marzo, 2018

Ser rey

"¡Adiós, adiós, divino Zenócrates! ¡Qué hermoso es ser rey, y cabalgar en triunfo a través de Persépolis!" (Pistol en Enrique V , 1944, de Laurence Olivier, sobre la obra de William Shakespeare).

Diálogo entre un tirano y un poeta en torno a la literatura

Raúl Ruiz (1947-1987) -Bueno, a ver, ¿qué haces? -Perdona, Schiavón, estaba pensando en voz alta. -No, si por mí, puedes seguir. -Le daba vueltas a la retórica. -¿...? -Es que yo entiendo que la literatura -y creo que todo es literatura- se nutre de tres componentes que, por orden de importancia, son: la retórica, la sensibilidad y la inteligencia. -Desmenuza, por favor. -Entiendo por retórica el dominio del lenguaje; por sensibiliodad, la capacidad de sorprenderse y fabular; por inteligencia el saber ordenar lo escrito. -Arnaldo..., me da la sensación de que todos los que habláis de literatura decís excactamente lo mismo. -Siempre se dice lo mismo. -Entonces, ¿por qué estamos perdiendo el tiempo? -Tú no ganas ni pierdes el tiempo. -Bueno, era una forma de expresarme. -Exactamente..., como todo. La literatura es el catálogo de las formas de expresarse. -Luego... ¿todas las obras dicen lo mismo? -Se diferencian en el número de palabras que necesitan para decirlo y e

Balzac en Goncourt

Jules y Edmond de Goncourt En el extenso y jugosísimo Diario de los hermanos Jules y Edmond de Goncourt hay numerosas referencias a Honoré de Balzac, al que consideraban uno de sus maestros literarios. La reciente publicación en Renacimiento del Diario. Memorias de la vida literaria (1851-1870) , en excelente edición, selección y traducción de José Havel, hay varias muestras de ello. Por ejemplo, tras releer Los campesinos (septiembe de 1857) escriben: "Nadie ha señalado a Balzac como hombre de Estado; y tal vez sea el más grande hombre de Estado de nuestro tiempo, el único que se haya sumergido hasta el fondo de nuestro malestar, el único que haya visto con perspectiva distanciada el desequilibrio de Francia desde 1789, las costumbres bajo las leyes, los hechos bajo las palabras, la anarquía de los intereses desenfrenados bajo el orden aparente (...). Y es un novelista quien se ha apercibido de ello." En otro lugar (octubre de 1855) cuentan una escatológica anécdota:

Agujas frigoríficas

El clima del estado de Wisconsin es considerado muy saludable por sus habitantes, porque es fresco en verano y de un seco cortante en invierno. Los numerosos turistas del típico estado consideran que más que un frío seco seco y cortante, en invierno son agujas frigoríficas las que se inyectan en el rostro del desprevenido visitante. (Arnold Briggs, El índice asesino . Editorial Bruguera, 1952)

Gente muy rica

Nosotros, los americanos, nunca negaremos que tengamos clases sociales y esnobismo, pero parece que consideramos poco correccto adquirir plena conciencia de estos fenómenos. No olvidemos que gran parte de nuestro público lector todavía acusa a Henry James de haber prestado excesiva atención a la sociedad. Recordemos aquella conversación que ha llegado a formar parte, por muy interesantes razones, de nuestro folklore literario. Scott Fitzgerald dijo a Ernest Hemingway: "La gente muy rica es distinta de nosotros." Hemingway contestó: "Sí, tiene más dinero." Esta conversación se ha citado muchas veces, y siempre con la finalidad de indicar que Fitzgerald estaba enamorado de la opulencia, y que su democrático amigo le dio una saludable lección. Pero la verdad es que el dinero, cuando supera cierta suma, se convierte en rasgo de la personalidad. En cierto importante sentido, la gente muy rica es verdaderamente distinta a nosotros. Y lo mismo ocurre en el caso de la

Reflexiones en la cocina

Margaret Storm Jameson (1891-1986) De vez en cuando es conveniente volver la vista hacia atrás y observar cómo ni la gran alegría ni la gran desesperamza nos han dicho nada, absolutamente nada. Tenía yo catorce años cuando nos mudamos a otra casa. Todavía me veo frente a una mesa de la cocina colocada junto a la ventana, cortando yo una rebanada de pan; en aquella cocina tan grande, tan llena de aire y de luz. Afuera oía a los chiquillos que jugaban en un jardín y me inundó una intensa y deleitosa alegría ante la idea de tener que vivir allí, alegría en cierto modo mezclada con el olor del pan fresco que estaba untando de mantequilla, y con la idea de los posibles nuevos amigos. Nada me ponía sobre aviso acerca de la decepción que aquellos muchachos habrían de hacerme sufrir al burlarse de mi asombro. Ni, mientras experimentaba yo la angustia de que de mí se riesen, podía imaginarme -y al propio tiempo sentirme consolada- el momento en que se convertirían en hombres y mujeres ejem

Un poema de Propercio

ELEGÍA II, 25. (Renuncia de amor) Era yo blanco de la risa en los banquetes después de servida la mesa, y cualquiera podía ser chistoso a mi costa. Cinco años he sido capaz de ser tu esclavo: muchas veces lamentarás mi fidelidad mordiéndote las uñas. No me conmueven tus lágrimas: prisonero he sido de tales artimañas; siempre sueles, Cintia, llorar para tender trampas. Lloraré yo al marcharme, pero el ultraje es mayor que el llanto: que tu no dejas que marche el yugo que bien iba. Adiós ya, umbrales que nuestras palabras hicieron llorar, y adiós, puerta no abatida, pese a todo, con mano airada. ¡Pero que a ti te abrume la vejez con años y que lleguen las siniestras arrugas a tu figura! ¡Que entonces ansíes arrancar de raíz los cabellos blancos, ay, mientras el espejo te reprocha tus arrugas, y, rechazada, tengas que sufrir en propia carne la soberbia altivez, y, vieja, te lamentes de lo mismo que tú hiciste! Estas maldiciones funestas te ha cantado mi poesía: ¡apre

Espejos

Señala Margit Rowell que en los escritos de Miró -años veinte y treinta- puede  observarse un enérgico rechazo a las reglas y una búsqueda de la trangresión, e indica como características de su escritura epistolar la ingenuidad y el idealismo, sí, pero también la turbulencia de un espíritu díscolo, detectable en una ortografía, gramática y puntuación desordenadas con las que seguramente quiere afianzar su camino hacia la liberación. Esta idea de rebelión sintáctica y semántica absoluta, que proviene sobre todo de los poetas, invade el espíritu compositivo de Mestres Quadreny desde el momento en que entiende el arte como una actividad fundamentalmente moral y poética, añadiendo un gesto de militancia a la manera de Brossa: "el arte no es una fuerza de ataque; es una fuerza de ocupación". (Marta Cureses, Joan Miró - Mestres Quadreny. Suite miroir . Arola Editors, 2017).