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Mostrando entradas de mayo, 2011

Biografía de Jovellanos

No podía faltar en este año del bicentenario una nueva biografía del ilustrado gijonés. Su autor, Juan Carlos Gea, ha querido huir del carácter hagiográfico que presentan muchas de las biografías de Jovellanos; en su lugar ha elaborado un recomendable relato biográfico que aúna rigor y amenidad. "Esta biografía directa y legible aspira a transmitir al ciudadano del siglo XXI la herencia de una de las luminarias de la tradición ilustrada de cualquier tiempo, siguiendo paso a paso la andadura de un hombre que, con todas sus contradicciones pero también con todas sus fuerzas, tendió puentes entre pasado y futuro con los pies asentados en su época y la mirada fija en un ideal irrenunciable: la emancipación del género humano y la felicidad de cada hombre y mujer. De su tiempo, de los nuestros y de los que vendrán." (De la contraportada de Jovellanos o la virtud del ciudadano , de Juan Carlos Gea. Edición de La Voz de Asturias, Ayuntamiento de Gijón y Ediciones Trea, Gijón, 2011)

El tamaño de los sueños

"Mis sueños son pequeños" (Clark Gable en Los implacables , de Raoul Walsh, 1955. Guión de Sidney Boehm y Frank S. Nugent)

Jovellanos, en comic

Página iniciial del comic "Jovellanos", de Jaime Herrero Podría decirse que alguien ha alcanzado las más altas cotas de popularidad cuando se le dedica un comic. Pues bien, D. Gaspar Melchor de Jovellanos ya tiene el suyo. Ha sido promovido por el periódico La Voz de Asturias y el Ayuntamiento de Gijón, y editado por Ediciones Trea. El asesoramiento histórico y documental ha corrido a cargo del IFES XVIII. El responsable del comic ha sido el pintor y dibujante Jaime Herrero, quien con su habitual pericia y elegancia nos ofrece unas deliciosas viñetas de línea clara y matizado color. Como diría un dómine dieciochesco, esto es ilustrar deleitando.

La señora Stevenson

El señor y la señora Stevenson en el puente del "Janet Nichol" ( The Cruise of the "Janet Nichol" , de Mrs. Robert Louis Stevenson) Robert Louis Stevenson conoció a Fanny Osbourne en el verano de 1876. Era diez años mayor que él, estaba casada y tenía dos hijos. Stevenson se enamoró perdidamente de ella. Fueron amantes; y en 1880, un vez ella obtuvo el divorcio, se casaron en San Francisco. Diez años después, habiéndose comprado casa en Samoa, y mientras se desbrozaban las tierras, el matrimonio decidió emprender un viaje en el "Janet Nicoll", un carguero bastante cascado, lleno de cucarachas y ratas blancas. Partieron de Sidney en abril de 1890 y tardaron tres meses y medio en volver al puerto de partida. El trayecto, bastante errático, incluyó varios archipiélagos y treinta y tres escalas: desde la lejana Penrhyn hasta el grupo de las Marshall, pasando por Tokalau, Ellice y Gilbert. El diario de este viaje, escrito por la Sra. Stevenson, se titula The Cr

William Goyen

William Goyen en Port Townsend, Washington, 1948 De todos los autores sureños que brillaron de forma especial en la segunda mitad del siglo XX, William Goyen (1915-1983) es uno de los más conspicuos, si bien es menos conocido que otros. La reciente publicación de La misma sangre y otros cuentos (La Compañía, 2011) puede muy bien servir a nuevos lectores de introducción a su peculiar obra. Goyen nació en Trinity, Texas, -en su ficción, Charity-, y es en los escenarios de la parte oriental de este estado donde sitúa gran parte de sus fulgurantes narraciones. Su primera novela, La casa del aliento (1950), tuvo una gran acogida por parte de crítica y público, y mereció los honores de una traducción alemana del crítico Ernst Robert Curtius. Su segundo libro, la colección de espléndidos relatos Los fantasmas y la carne (1952), le reafirmó como uno de los más sobresalientes talentos de la generación de narradores americanos de la postguerra. Entre sus siguientes novelas destacan los título

Un poema de Richter

Charles Richter (1900-1985) DESPUÉS DE LEER A GOETHE Demasiado Alboroto; El sonido de la poesía Se pierde en ruido, repiqueteo, fragor Y ¡bang! Ahora espera; La noche se acerca, Cuando los pájaros en los árboles se callan Y en las cimas de todas las montañas Reina el silencio. (1969) ("After Reading Goethe", en Richter's Scale , de Susan Elizabeth Hough, Princeton University Press, 2007. Traducción. J.O.)

Charles Richter

Charles Richter, hacia 1925. (Foto: Caltech Seismological Laboratory) Su nombre aparece cada vez que se produce un terremoto. Ayer mismo volvió a salir en los medios de comunicación, asociado a los terremotos de Lorca (Murcia). El nombre: Richter (y no Ritcher como sale en algún medio de comunicación), el de la escala. Charles Francis Richter fue uno de los sismólogos más destacados del siglo pasado y, sin lugar a dudas, el más conocido de todos ellos. Nacido en 1900 en Hamilton, Ohio, estudió física en la Universidad de Stanford en California, y desde 1927 hasta su jubilación trabajó en el Kresge Laboratory de la Carnegie Institution, en Pasadena, más tarde convertido en el Seismological Laboratory, dependiente del California Institute of Technology. Allí trabajo Richter junto a renombrados colegas como Beno Gutenberg y Hugo Benioff, y desarrolló su famosa escala para medir la magnitud de los temblores de tierra a partir de 1932. Gracias a la biografía Richter's Scale. Measure of

Berbiguier

Monsieur Berbiguier asediado por los duendes Alexis-Vincent-Charles Berbiguier de Terre-Neuve du Thym (1765-1851) tuvo en vida un grave problema: veía duendes por todas partes y éstos no le dejaban en paz. Sus cuitas y batallas con los duendes las cuenta Berbiguier en Les farfadets, ou tous les démons ne sont pas de l'autre monde, publicado en París, e n tres tomos, entre 1818 y 1820. Es uno de los libros autobiográficos más alucinantes que se hayan escrito. A lo largo de sus páginas Berbiguier, autonombrado "azote de los duendes", nos cuenta su vida constantemente hostigada por estos seres diabólicos, enviados por Belcebú para fastidiarle. Berbiguier solo temía más a las mujeres que a los farfadets , y en el capítulo 68 de su libro nos recuerda que una vez una señorita -sin duda un duende travestido en fémina- le embrujó tocándole tan solo los dos muslos con sus manos. A este respecto el Diccionario infernal de Collin de Plancy dice: "Pero si Mr. Berbiguier no am

Congreso

Estos días pasados se ha celebrado en Gijón el Congreso Internacional "Jovellanos 1811-2011", el primero dedicado monográficamente al ilustrado asturiano. El congreso ha sido organizado por el Instituto Feijoo de Estudios del Siglo XVIII, y patrocinado por el Ayuntamiento de Gijón, la Consejería de Cultura del Principado de Asturias, Acción Cultural Española y Cajastur. En él han participado más de sesenta especialistas nacionales y extranjeros que, junto con los seis plenaristas -José Álvarez Junco, Vicent Llombart, Teófanes Egido, Pedro de Silva, Philip Deacon y Miguel Artola- han examinado y analizado, desde diferentes puntos de vista, la multifacética personalidad del ilustrado asturiano. Se puede afirmar que, después del congreso, hay un poco más de luz sobre la figura de Jovellanos, pero aún sigue habiendo zonas de penumbra por iluminar. Pero esto, pienso, es propio de una figura compleja que tuvo que vivir en un país y en una época llena de luces pero también de sombra

El espeque

Ejemplar de La isla del tesoro de la Enciclopedia Pulga Leí La isla del tesoro por primera vez en un ejemplar, que aún conservo, de la Enciclopedia Pulga, un "pequeño gran libro" de 7,5 x 10.5 cm, publicado en Barcelona por Ediciones G. P., con portada de Coll y traducción de J. Sirvent. Debía tener yo entonces la edad de Jim Hawkins, más o menos, y su lectura me dejó subyugado. (Durante un tiempo llevé el librito conmigo en el bolsillo -"el saber no ocupa lugar" era el lema de la colección- como si fuera un amuleto. De tanto en tanto lo sacaba, lo abría por alguna página y leía un párrafo). Años después volví a leer la novela de Stevenson, esta vez en la edición de Seix Barral y traducción de Gaziel, pseudónimo del gran periodista y escritor Agustí Calvet. Me dio la impresión de que había pasajes que desconocía o no recordaba haber leído. Era como descubrir otra vez la novela. La traducción de Gaziel, de 1922, es en general esplédida, al igual que los dibujos d

De acuerdo, monsieur Roy

Claude Roy (1915-1997) "Sin duda, el dinero no hace la felicidad, pero ayuda a comprar libros." (Claude Roy, El amante de las librerías , 1984).

Ifigenia, según Jovellanos

Portada de la traducción de la Ifigenia de Racine por Jovellanos El último número de Cuadernos de Estudios del Siglo XVIII , que edita el Instituto Feijoo del Siglo XVIII, es un monográfico dedicado a la traducción al español de la Iphigenia , de Jean Racine, realizada por Gaspar Melchor de Jovellanos en 1769, "para uso de los Reales Sitios", como reza la portada del manuscrito conservado en la biblioteca del monasterio de Yuso en San Millán de la Cogolla. El citado número monográfico, coordinado por Inmaculada Urzainqui, contiene, además de la edición crítica de la tragedia traducida por Jovellanos, una serie de artículos hechos por especialistas. Así, el recientemente fallecido René Andioc firma el estudio introductorio y la edición crítica; Farncisco Lafarga da cuenta de la traducción de tragedias francesas; Josep Maria Sala Valldaura analiza la Ifigenia dentro de la tragedia del siglo XVIII; Ana Cristina Tolivar Alas sigue la pista al documento encontrado en el monaste