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Mostrando entradas de octubre, 2006

Lo principal en poesía

En la poesía busco, sobre todo, emoción. Hay otras cosas, desde luego -belleza formal, musicalidad, contenidos...-, pero si el poema no logra transmitir algún tipo de emoción, para mi es como si le faltase lo esencial. En el mejor de los casos tenemos un bello, pero frío artefacto. A este propósito, leyendo Further Requirements , de Philip Larkin, me encuentro con una cita de Thomas Hardy que, a su vez, se hace eco de otra cita de Leslie Stephen, y que dice: "El objetivo final de un poeta debería ser tocar nuestros corazones enseñando el suyo propio, y no exhibir sus conocimientos, o su gusto refinado, o su destreza en imitar las notas de sus predecesores". Pue eso.

Dedicatorias

A veces las dedicatorias las carga el diablo. Suele pasar que uno estampe en un libro unas afectuosas palabras a un amigo o a un familiar del que más tarde acabe renegando. Pero las palabras permanecen allí, inalterables testimonios de un tiempo pasado. Lo mejor sería dedicar de una manera aséptica, no sea que luego nos arrepintamos de lo escrito. Por desgracia, esto no siempre es posible y en la mayoría de los casos nos ciega el agradecimiento, o lo que sea. Las librerías de lance están llenas de libros con apasionadas dedicatorias autógrafas a gente que luego no ha tenido ningún reparo en desprenderse de los mismos. Conservo un libro que una vez compré no por la obra en sí, sino por la dedicatoria que figuraba en el ejemplar. Se trata de una novela titulada El club de los noctámbulos, y su autor es Darío Valcárcel, marqués de O'Reilly. La publicó la editorial Afrodisio Aguado de Madrid, en 1945. La novela está dedicada -y así quedó impreso- "A Aurora, mi mujer, con toda mi

Curiosidades dieciochescas (II)

A su paso por Cataluña, Giuseppe Baretti menciona algunos de los castigos infligidos a los catalanes por ponerse del lado del competidor de Felipe V en la guerra de Sucesión. Y dice: "Se les vetó el uso de toda clase de armas, y con tanto rigor que no sólo se les prohibió bajo las penas más severas llevar un cuchillo en el bolsillo, sino que ni siquiera se les permitía más de uno en la mesa, y ése tenían orden de atarlo a la mesa con una larga cadena para cortar y trinchar en las comidas". (G. Baretti, Viaje de Londres a Génova, a través de Portugal, España y Francia , 1770, Carta LXXVII). (Ahora los cuchillos vuelan. Sobre todo en campaña electoral).

La atracción de lo inútil

En su discurso de recepción del premio Príncipe de Asturias, Paul Auster, entre otras cosas, ha dicho: "Sin duda es una extraña manera de pasarse la vida: encerrado en una habitación con la pluma en la mano, hora tras hora, día tras día, año tras año, esforzándose por llenar unas cuartillas de palabras con objeto de dar vida a lo que no existe... salvo en la propia imaginación." Y todo por un arte cuyo valor, según Auster, reside en su inutilidad. En el fondo todo es muy de andar por casa. O como escribe Rafael Reig en su Manual de literatura para caníbales : "Al fin y al cabo, la literatura no es más que un tipo que está en su casa y se pone a escribir en pijama".

Humildad del novelista

Ha dicho Paul Auster en Oviedo: "Puedes estar escribiendo una novela seis, o veinte años, y es un proceso en el que cometes tantos errores, escribes cosas tan malas, tachas y rechazas tanto para decir lo que estás intentanto decir, que ésta tiene que ser una profesión muy humilde". Cierto. Lo malo es que no siempre somos capaces de reconocerlo.

Políticamente incorrecto

En diciembre de 1955 Raymond Chandler viajó a Túnez y España. Entre trago y trago vio algunas cosas. Unas le gustaron y otras no. Toledo le gustó; Madrid, no. En una carta a James Fox le dice: "Los españoles son estúpidos y reacios a aprender (...) Los árabes son de lejos más inteligentes que los españoles..." (Tom Hiney, Raymond Chandler. A Biography , 1997).

Versos salvadores

Selected essays (First series) reúne algunos de los mejores ensayos literarios de Edmund Gosse. En uno de ellos escribe sobre el poeta Richard Henry Horne, cuyo busto en la galería de vates victorianos acumula en la actualidad una considerable cantidad de polvo. El artículo de Gosse es un magnífico ejemplo de cómo evocar una figura que hace cien años ya estaba prácticamente desvanecida. Recuerda Gosse la amistad de Horne con el matrimonio Browning, y en cuánta estima éstos lo tenían, pese a los sablazos. Nos habla de su vida bohemia y pintoresca, de su fama como poeta de elevado aliento y autor de tragedias en verso. De su abultada producción poética, en su mayor parte ilegible, salva Gosse un largo poema épico, "Orion" (1843); y, en especial, un par de versos: Siempre es mañana en algún lugar del mundo . Poca cosa, para quien escribió miles de versos; pero puede que e

Misión

De no pocos políticos de hoy en día se puede decir lo que Josep Maria de Sagarra, en su novela Vida privada , dice de uno de los personajes: Que su única misión en esta vida es hacernos la vida más desagradable de lo que ya es.

Lo que va de ayer a hoy

No hay más que mirar viejas revistas y almanaques para constatar el paso del tiempo, la mudanza de las cosas, desde la organización de los estados a las pequeñas costumbres cotidianas. El Almanaque Bailly-Baillière es, en este sentido, una fuente inagotable de datos. He aquí, por ejemplo, una "comida de familia" recomendada para el mes de enero de 1904: Sopa de puré de guisantes Chuletas de cerdo con salsa picante Liebre asada Salsifí en jugo Manzanas Postres ¡Buen provecho!

Hemingway, matador

Hace unos días leí en un periódico la noticia de que un periodista alemán ha encontrado unas cartas de Ernst Hemingway de las que se deduciría que el autor de Adiós a las armas habría matado a 122 prisioneros alemanes en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. En una de las cartas cuenta el siguiente episodio: "Una vez maté a un kraut de los SS particularmente descarado. Cuando le advertí que lo mataría si no abandonaba sus propósitos de fuga, el tipo me respondió: Tú no me matarás. Porque tienes miedo a hacerlo y porque perteneces a una raza de bastardos degenerados. Te equivocas, hermano, le dije. Y disparé tres veces, apuntando a su estómago. Cuando cayó, le disparé a la cabeza. El cerebro le salió por la boca o por la nariz, creo." La prosa, directa y concisa, es puro Hemningway (¡esta última frase!); pero el tema no es nuevo. Recuerdo que en la biografía de Jeffrey Meyers de 1985 ya se decía que era probado que había matado a varios alemanes. Por ejemplo, el 22 de

Rusos olvidados

Pocos países, con la excepción de Inglaterra, pueden presumir de una nómina de excelentes narradores del siglo XIX como Rusia. Sólo unos cuantos nombres -Tolstói, Dostoievsky, Turguéniev, Chéjov... - están en la mente de todos. Sin embargo, hay otros autores contemporáneos suyos, que en cualquier otro país ocuparían puestos de primera fila, que están hoy en día olvidados o son apenas conocidos. Goncharov, Leskov, Korolenko, Saltikov-Schedrin, Ertel... son algunos de ellos. (A este propósito recomiendo la lectura del artículo de Jesús Aller sobre Korolenko que se puede encontrar en www.rebelion.org ).

Textos solapeños

Por lo general los textos que aparecen en las solapas y sobrecubiertas de los libros no pasan de mera propaganda. La mayoría son anodinos, pero algunos lo que inspiran es rechazo, más que invitación a la lectura. Las notas bio-biobliográficas de los autores suelen servir para el autobombo, y pocas veces se apartan del socorrido blurb . En ocasiones, sin embargo, salta la sorpresa. En el libro de ensayos Today and Yesterday (1944), de G. M. Young, al hablar del autor, se nos dice: "Hace tiempo el Sr. Young tomó como lema las palabras del poeta francés René Arcos: Rien n'est perdu, parce qu'il suffit Qu'un seul de nous dans la tourmente Reste pareil à ce qu'il fut Pour sauver tout l'espoir du monde. Esto sí que es una invitación a la lectura del libro .

El polo norte, cuna de la humanidad

¿Dónde surgió la especie humana? ¿En África? ¿En Asia? ¿Tal vez en Europa? Nada de eso, a juzgar por lo que dijo el filólogo valenciano y catedrático de lenguas indoeuropeas don José Alemany y Bolufer en su discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia (1925). Véase si no, el contenido de su discurso: "La lengua aria. Sus dialectos y países en que se habla. El polo norte, patria del pueblo ario y del género humano". Me pregunto si Hitler llegó a conocer este interesante texto. Quién sabe. Tal hubiese cambiado el curso de la historia.