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Mostrando entradas de julio, 2007

Encuesta...y vacaciones

Según una encuesta encargada por la Federación de Gremios de Editores de España, Asturias se sitúa por debajo de la media nacional en índice de lectura (la tercera por la cola, para más datos). De acuerdo con dicho estudio, menos del 56% de asturianos mayores de 14 años se consideran lectores de libros. El diario La Nueva España del pasado sábado se hace eco de la noticia y nos brinda un reportaje sobre el asunto. Tranquilos, que no cunda el pánico, viene a decirnos. El Presidente de la Asociación de Libreros de Asturias reconoce que "el comercio del libro en Asturias no está en un buen momento", y afirma que "estamos luchando con el problema que tenemos encima". A continuación quita hierro a las cifras de la encuesta asegurando que "en Asturias hay un hábito de lectura muy importante y existen unas bibliotecas con unas condiciones magníficas". Para acabar de redondear la cosa, se pregunta a gente de la calle por sus hábitos de lectura, especialmente ahora

Conradiana (V): Mujeres

En sus comienzos Joseph Conrad fue considerado como un escritor esencialmente "de hombres", debido a sus narraciones pobladas de marinos, colonos y aventureros. El negro del "Narcissus" fue elogiada por algún crítico porque "no había una sola enagua en todas sus páginas". Ciertamente, en sus relatos y novelas, los personajes femeninos no alcanzan por lo general la profundidad psicológica y riqueza de matices de los masculinos. Suelen ocupar un lugar secundario y ser más estereotipados, si bien no faltan las finas caracterizaciones, como Flora de Barral ( Azar ), Natalia Haldin ( Bajo los ojos de Occidente ), Winnie Verloc ( El agente secreto ) o Doña Rita de Lastaola ( La flecha de oro ). Es de suponer que a lo largo de su vida como oficial de la Marina Mercante debió de conocer mujeres de muy diversa procedencia y condición, incluida el tipo de euroasiática sensual y exótica que vemos en la Aïssa de Un vagabundo de las islas o en la Joya de Lord Jim .

Traducir poesía

Ha dicho Antonio Gamoneda, en la presentación de la traducción al alemán de su libro Esta luz, que traducir poemas "es casi un imposible". Vale, de acuerdo. Pero es un imposible deseable. Si el poema original es bueno, resiste toda versión, por mala que ésta sea; e incluso a veces la traducción mejora un original mediocre. En cualquier caso, vale más leer a un poeta traducido, que no leerlo. La poesía -la verdadera poesía- es universal; la lengua en que se escribe, circunstancial. Mi poeta español preferido es William Carlos Williams traducido al español.

Un poema de Kenneth Koch

TÚ LLEVABAS PUESTA Llevabas puesta tu blusa Edgar Allan Poe de algodón estampado. En cada cuadrado en que se dividía la blusa había un retrato de Edgar Allan Poe. Tu cabello era rubio y estabas guapa. Me preguntaste: “¿La mayoría de los chicos creen que casi todas las chicas son malas? Sentí el olor de moho de tu habitación del hotel de la playa en tu cabello bien sujetado por un clip John Greenleaf Whittier. “No”, dije, “son las chicas las que creen que los chicos son malos”. Después leímos juntos Snowbound. Dimos vueltas por el desván, hasta el punto que un poco del charol azul de mis zapatos George Washington, Padre de su Patria, quedó rascado. La madre se paseaba en el cuarto de estar, con su peine Valses de Strauss en el pelo. Esperamos un poco y luego nos unimos a ella, sólo para tomar el té en tazas pintadas con retratos de Herman Melville. También con ilustraciones de su libro Moby Dick y de su relato Benito Cereno . Entró el padre con su corbata Dick Tracy: “¿Qué tal hace un

Pure noir (VI)

Raven disparó contra él. Con deliberación mató así su última oportunidad de escape, metiendo dos balas donde una habría bastado, como si matase al mundo entero en la persona del gordinflón, lloroso y ensangrentado míster Davis. Y así era. Porque el mundo de un hombre es su vida y él estaba matando esto: el suicidio de su madre, los largos años en el hospicio, las bandas de contrabandistas, la muerte de Kite, la del viejo y la de la mujer. No había otro camino: había ensayado el de la confesión y le había fallado, como sucedía siempre. No había nadie, fuera del propio cerebro, en quien se pudiera confiar: ni un doctor, ni un sacerdote, ni una mujer. Una sirena lanzó sobre la ciudad su mensaje de que el peligro había pasdo, e inmediatamente las campanas de la iglesia iniciaron una algarabía navideña; los zorros tienen sus cubiles, pero el hijo del hombre... (Graham Greene, Una pistola en venta , 1936)

Conradiana (IV): Últimos ensayos

Last Essays apareció póstumamente en 1926. Que yo sepa nunca ha sido traducido al español en su integridad. La mayoría de textos contenidos en este volumen fueron escritos después de la publicación de Notas de vida y letras (1921). Ambos libros constituyen la mejor fuente para apreciar al Conrad ensayista. La edición de Last Essays fue preparada por Richard Curle, amigo íntimo de los últimos años de la vida de Conrad y co-albacea tras su muerte. Como señala el editor en la introducción, en sus postreros años Conrad encontraba ocasionalmente alivio a la fatiga de su obra más creativa escribiendo ensayos recordatorios de la vida en el mar. El libro reúne veinte piezas, entre ellas “The Diary of Congo“, con notas de Curle, aunque el grueso del mismo lo forman los ensayos de carácter literario y, sobre todo, los de temática marinera. Entre los primeros son de destacar las reseñas dedicadas a sus colegas y amigos Stephen Crane, John Galsworthy y W.H. Hudson; así como el Prefacio que escr

Ante todo, poeta

En cierta ocasión, estando Ezra Pound internado en el Hospital St. Elizabeths le dijo al crítico Hugh Kenner: "A veces vienen los guardianes y me piden que les escriba unos versos para dárselos a sus novias". "¿Y usted los escribe?", preguntó Kenner. "Sí, claro", contestó Pound. Poésie oblige .

Réplica a un crítico

El compositor alemán Max Reger (1873-1916) respondió en cierta ocasión a un crítico de la siguiente manera: "Estoy sentado en el cuarto más pequeño de mi casa. Tengo su crítica delante de mí. Pronto la tendré detrás". Desconozco la reacción del crítico.

Era victoriana

Hay pocos escritores capaces de describir una época entera en unas pocas líneas. Lytton Strachey es uno de ellos. Véase, por ejemplo, la descripción que hace, en un solo párrafo, de la era victoriana en Retratos en miniatura ( 1931): "Una edad de barbarie y orgullo, de nobleza y vulgaridad, de satisfacción y desesperación; una edad en la que se descubrió todo, y no se supo nada; una edad en la que las líneas maestras eran espléndidas, y los detalles sórdidos; en la que las lámparas de gas luchaban contra la niebla del ambiente, cuando la hora de la cena podía ser cualquier momento entre las dos y las seis, cuando las dosis de ruibarbo eran continuas y gigantescas, cuando los perros de compañía se arrojaban desde las ventanas de los pisos superiores, cuando las cocineras daban traspiés de borrachera en el semisótano, cuando había que sentarse durante horas con los pies llenos de paja sucia que arrastraban los caballos por las calles, cuando había un paño para evitar las manchas en