“Seguramente ustedes no lo saben –empezó diciendo Arístegui- pero la idea de El corazón de las tinieblas nació en Filipinas. Fue un fraile agustino, el P. Saturnino Campos quien me contó la historia hace muchos años. Entonces estaba yo destinado en Manila, y fray Saturnino, que había rebasado ya los ochenta, vivía retirado en el convento de San Agustín, en Intramuros. Me dijo que, en 1915, recién llegado a Filipinas, fue enviado a la isla de Mindoro. Allí conoció al P. Cirilo Costa, que le hizo partícipe de algunas confidencias. Una de ellas hacía referencia a un destino anterior que había tenido, San Felipe de Sipao. Allí le ocurrió al P. Cirilo algo que, según confesó, le había atormentado toda su vida.” “Fue en 1886 –continuó Arístegui-.Un día apareció en San Felipe un chico, un indígena, al que el P. Cirilo no había visto nunca. Iba desnudo y tenía el cuerpo lleno de heridas y magulladuras. Parecía estar en un estado de shock. Al cabo de un rato, y una vez atendido, el P. C