Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2015

Entretenimientos londinenses

En la pasada Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Madrid adquirí la Guía de Londres , de Antonio Gil de Tejada, publicada en dicha ciudad en 1855, en la imprenta Anglo-Hispana de Carlos Wood. Este ejemplar lleva una inscripción en la parte posterior de la cubierta que dice: "Esta Guía de Londres es propiedad de José V. Merino, terciario dominico. La adquirió en Madrid, en el Rastro, el domingo 9 de mayo de 1954".     Como se desprende del prólogo, el autor fue profesor de español en la Universidad de Londres desde 1843 a 1849. Probablemente fuera un exiliado liberal, a juzgar por el tono elogioso con que habla de las instituciones políticas del Reino Unido, así como de la libertad de culto y de imprenta. D. Antonio regentaba la Casa de Huéspedes Española, en el 30 de Harley Street, junto a Cavendish Square (véase grabado), donde los compatriotas visitantes eran bienvenidos.     La guía es muy completa y lleva un detallado mapa de la ciudad. A lo largo de sus 264 págin

Niñas humanas

     El señor Weston advirtió la presencia de una niña a la que, al salir de una curva muy cerrada, atropelló inseperadamente. Miró el sitio donde yacía tendida y le pidió que se levantara y volviera corriendo a su casa, y así lo hizo ella, risueña, sin parecer mada afectada por el percance. Este ligero incidente, sin embargo, le soltó la lengua a Michael.      -Una niña humana -dijo- es una criatura puesta en un plato para que el tiempo se alimente de ella. Lleva ligas, vestidos y enaguas, y más adelante volantes y cintas rosas. Sale de paseo el séptimo día de la semana y suspira al encontrarse con unos pantalones de domingo. Se encuentran, se abrazan y se divierten tanto como pueden durante escasos años, y luego enferman y descienden a los muertos.      -¿Y qué hay de malo en ello? -preguntó el señor Weston, conduciendo con cautela la camioneta al doblar una esquina.      -Nada, señor, de lo que tenga yo conciencia -respondió Michael alegremente-, pues la humanidad no es sino u

Corrupción en el ayuntamiento

     -Puede examinarlos cuando quiera, Goodwan -dijo-. ¿No es así cómo dijo que se llamaba?      Sin responder me puse en pie y me acerqué a la mesa, tomé la carpeta y sin que dijera nada más regresé al sillón.      Leí despacio, muy despacio... Y todo era como había sospechado, pero el desfalco no era contra el fisco ni mucho menos, sino contra el propio vecindario.      Unos impuestos, y una ganancia rentable de unos doscientos mil dólares.      Motivo más que suficiente, pensé, para asesinar a un hombre, si es que ese montón de dólares iba a parar a los bolsillos del alcalde... y había otro u otros varios que habían armado aquel tinglado. (Joe Mogar, Requiem por un alcalde . Editorial Bruguera, 1974)

Ruskin

John Ruskin (1819-1900), por John Everett Millais A John Ruskin le interesaba la geología en cuanto a fuerza modeladora de la naturaleza. Las montañas le fascinaban y en ellas veía el componente esencial del paisaje natural. En Pintores modernos (1843-1860) escribe con pasión sobre ellas, en especial las de los Alpes, y reconoce la importancia de las rocas que las constituyen: "Entre todos los objetos naturales, de ninguno podemos sacar tantas enseñanzas como de las piedras. Parecen haber sido especialmente creadas para recompensar al atento y constante observador." Ruskin creía en la influencia directa de las montañas sobre el hombre: "A mi entender los que habitan sobre sobre terrenos graníticos gozan siempre de una salud vigorosa y de una gran fuerza de carácter, más o menos debilitado o modificado, como es natural, por las demás circunstancias de su vida; pero siempre muy personal y definido, y siempre distinto de los que habitan las otras regiones menos puras

Algo que esconder

-Leonard, ¿cuándo aprenderás? Todo el mundo hace cosas malas. Todo el mundo tiene algo que esconder. Todo el mundo. (Edward Andrews a su hijo en Sombras en la noche , 1956, de Harry Keller. Guion de Rosalind Russell y A. Marcus)

Primera aparición del monstruo

De pronto sentimos un ruido terrible, un ruido que no se parecía a nada, la gente empezó a correr en todas direcciones, la mayor parte se refugió en la iglesia, otros entraban a las casas, los chicos se subían a los árboles, la agencia, que quedaba de la parte alta del andén, se llenó de gente, el ruido se aproximaba cada vez más. De pronto vimos aparecer por detrás de la iglesia un monstruo negro terrible que avanzaba hacia el centro de la plaza. Los ojos enormes y abiertos eran de un color amarillento y tenían tanta luz que iluminaban la mitad de la plaza. La gente se tiró al suelo de rodillas y empezaron a rezar y a echarse bendiciones; una mujer que tenía dos niños chiquitos los tiró al suelo y se acostó sobre ellos cubriéndolos como hacen las gallinas con los huevos. Unos hombres avanzaron hacia la plaza con grandes palos en la mano. El animal se detuvo en la mitad de la plaza y cerró los ojos. Era el primer automóvil que llegaba a Guateque.      (Emma Reyes, Memoria por cor

Prudencio de Pereda

Prudencio de Pereda En el último número (116) de Clarín. Revista de Nueva Literatura , viene un artículo mío, titulado "Prudencio de Pereda, español de Brooklyn", en el que doy noticia de este olvidado escritor. Prudencio de Pereda nació en Brooklyn, Nueva York, en 1912. Sus padres eran españoles inmigrantes. Graduado en 1933 en el City College de Nueva York viajó a España y comenzó a escribir relatos cortos que fueron publicados en diversas revistas literarias. Algunos de ellos ganaron premios y fueron antologados entre los mejores relatos de 1937 y 1938. En 1937 conoció a Hemingway, su maestro, por el que sintió toda su vida una gran admiración. Junto a él colaboró en los guiones de los documentales sobre la Guerra Civil española Spain in Flames y Spanish Earth , impulsados por John Dos Passos y dirigidos por Helene Van Dongen y Joris Ivens, respectivamente. Durante la II Guerra Mundial Pereda sirvió en la Oficina de Censura, como censor y traductor de cartas en

Censores (y otros impresentables)

Martes, 18 de marzo      José Vergés, Ignacio Agustí y yo hemos visitado a José Pardo que es el jefe de censura (si bien a él le molesta que le llamen así). Pardo, que tiene la cara de clown, pálida y verrugosa, habla con pompa y dice a cada tres palabras "querido", nos ha largado un discurso para justificar la prohibición de tocar la crítica municipal. También me ha dirigido un apóstrofe invitándome a cambiar de tono y a hacer una crítica constructiva, que es algo que no he acabado nunca de entender. (...) Perlas de esta conversación con Pardo son las siguientes: "Vosotros no venís a pactar. Estamos en un estado sectario, con una prensa sectaria, dirigida por un hombre sectario que, mi querido Ignacio, soy yo".      La frase no tiene desperdicio. Veremos lo que dirán dentro de un año. Con todo, Pardo es maniobrero, listo y muy apegado al sillón que ocupa. Antiguo sargento de carabineros de Negrín ha llegado a ser Jefe de Prensa por astucia y diplomacia y tambi

Las siamesas

El 26 de octubre de 1701 nacieron en Tzoni, en Hungría, dos muchachas unidas por la cintura, las quales vivieron veinte y un años: de edad de siete, las conduxeron a Holanda, a Inglaterra, a Francia, a Italia, a Rusia, y a casi toda Europa; y a los nueve años, un buen sacerdote las compró para ponerlas en un convento de Petersburgo (...) El Sr. Justo Juan Tortos, doctor en Medicina, dio a la Sociedad Real de Londres, el 3 de julio de 1757, una Descripción individual de estas gemelas, la qual había encontrado entre los papeles de su suegro, Carlos Rayger, que era el cirujano ordinario del convento en que vivían. Una de estas gemelas se llamaba Helena, y la otra Judit (...) No tenían mas que un ano comun; y viendo a cada una de ellas de frente, quando estaban paradas, no se notaba que en nada se diferenciase de las demás mugeres. Como el ano era comun, lo era también la necesidad de ir a desahogar el vientre; pero para el paso de las aguas no sucedía así, pues cada una tenía sus ur