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Mostrando entradas de abril, 2009

Había muchas como ella

Paris entró para subir en el ascensor hasta el séptimo piso. Al otro extremo del corredor abrióse una puerta y se asomó Dodie Saratoga ataviada con un salto de cama muy ajustado. El inspector quitóse el sombrero y entró enseguida (...) Paris la miró con fijeza. Adivinaba lo que vendría. Había muchas como ellas: mujeres que llegaban de los pueblos pequeños. Se teñían el cabello, se pintaban las mejillas y usaban cosméticos perfumados..., y se ponían por nombre Dodie, Kathy, Vicki o Bobbi, porque les parecían más atractivos. Pero casi ninguna de ellas llegaba a la meta fijada. Eran ambiciosas y las dominaba la desesperación, mas no poseían talento ni habilidad. Y casi todas terminaban como ésta, vendiendo lo único que poseían. ( Incendio incloncluso , de Ben Benson. Editorial Acme, Buenos Aires, 1954)

La roca perdida de las Galápagos

Foto de Charles Darwin tomada en 1874 y coloreada en el siglo XX (Biblioteca General del Museo de Historia Natural, Londres) De haber escrito únicamente el Viaje de un naturalista alrededor del mundo seguramente Charles Darwin hubiese tenido un sitio en la historia de la literatura como autor de uno de los mejores y más entretenidos libros de viaje del siglo XIX. Pero, como es sabido, su puesto definitivo está, con todos los honores, en la historia de la ciencia. En la magnífica exposición sobre Charles Darwin, recién clausurada en el Museo de Historia Natural de Londres, se exhibían tres de las pertenencias que Darwin se llevó consigo al Beagle : una brújula, una pistola de bolsillo y un martillo de géologo. Se olvida con facilidad que durante su aprendizaje científico el joven Darwin se sintió más atraído por la geología que por la biología. Como me dijo en cierta ocasión un colega y amigo, con no poca guasa: "Qué pena. Con lo bien que iba Darwin para geólogo y al final se qued

Un microrrelato

En el blog "Reza lo que sepas" han tenido la amabilidad de colgar un microrrelato mío, incluido en el libro colectivo Palabras con Ángel (2008), editado por la Asociación de Escritores de Asturias. Agradezco a sus gestores, a quienes no tengo el gusto de conocer, el haber escogido mi relato, titulado "Viendo pasar trenes", y que puede leerse pinchando aquí: http:// rezaloquesepas.blogspot.com/2009/04/viendo-pasar-trenes.html

Para tenerlo presente a la hora de escribir

"Con respecto al trabajo mantengo algunos principios, pocos, que bien podrían resumirse en dos: procura tener una buena historia que contar, y procura contarla bien, es decir, esmerándote en el lenguaje; porque será el buen uso de la lengua, no solamente la singularidad, la bondad o la oportunidad del tema, lo que va a preservar la obra del moho del tiempo." (Discurso de Juan Marsé, Alcalá de Henares, 23 de abril de 2009)

Día del libro

Francisco Rodríguez Marín (1855-1943), fotografiado poco antes de su muerte, junto al mueblecito en que tuvo su primera biblioteca a los nueve años. Hoy es -dicen- "el día del libro". ¿El día?... Para muchos, para mí entre ellos, son días del libro todos los del año. A mi avanzada edad, ¡con qué cariñosa delectación pienso en los libros que leí, con qué gusto en los que leo y con cuánta melancolía en algunos que no leí nunca y que no podré leer! Hasta los que ocupan mis estantes, los que siempre tuve a mano, ya no lo están hoy. No alcanza mi vista a leer tejuelos, ni, si están a alguna altura, puedo, como antaño, alcanzarlos por mí mismo: mi flaqueza senil me va apartando de su trato aun teniéndolos cerca, y a todo andar se me van acabando la deliciosa ocupación de leerlos y la más agradable de repasarlos, con paladeo y regusto de sabrosísima rumia espiritual. (Francisco Rodríguez Marín , De libros , Madrid, 1943)

Casas

Kim Novak: ¿Me llevas a casa? Fred MacMurray: De acuerdo. (Tras una breve pausa) Fred MacMurray: ¿A tu casa o a la mía? Kim Novak: Sorpréndeme. ( La casa numero 322 , 1954, de Richard Quine. Guión de Roy Huggins y Billl. S. Ballinger)

Book-hunting en Hay-on-Wye

Estanterías outdoors de The Hay Castle Bookshop, en Hay-on-Wye. Hay-on-Wye es, sin duda, la meca de las booktowns . Fue Richard Booth quien en 1961 abrió la primera tienda de libros de segunda mano en la pequeña localidad galesa. Luego vinieron más libreros y la fórmula tuvo tanto éxito que fue imitada en otros pueblos y países. Hoy en día Hay-on-Wye dispone de una treintena de librerías de lance, con cerca de un millón de libros a la venta. En Hay se encuentran tiendas de todo tipo, desde pequeñas y especializadas, como Murder and Mayhem o The Poetry Bookshop, a otras inmensas, como el antiguo cine de Hay convertido en almacén de libros o la de Richard Booth en Lion Street, con sus 400.000 libros repartidos en dos pisos. Ante tan fabulosa oferta a uno le asalta, de entrada, lo que podríamos llamar el "síndrome de Dobson". Se dice que el poeta y erudito Austin Dobson fue contratado por un aristócrata para catalogar los volúmenes de su biblioteca. Los tesoros bibli

Diluvio

Desconozco las razones por las que Gaetano Donnizetti decidió componer una ópera sobre el diluvio universal. A no ser que el teatro donde fuera a estrenarse quisiera dar a conocer unas máquinas de efectos especiales muy aparentes, no entiendo cómo el compositor de Bergamo se embarcó en un asunto tan poco belcantista. Le ayudó en la empresa su amigo el libretista Domenico Gilardoni. Ni la ópera es de las mejores de Donnizetti ni el libreto sobrepasa la medianía de muchos de la época. Tengo ante mí el folleto bilingüe impreso en Madrid, en febrero de 1834, con ocasión de la representación "en los teatros de esta Corte" de Il Diluvio universale, "acción trágico-sagrada en tres actos", bajo la dirección del maestro Ramón Carnicer. La trama urdida por Gilardoni es una fantasía disparatada. En el reparto salen Noé, sus hijos Sem, Cam y Jafet, las esposas de éstos, Cadmo, jefe de los sátrapas de Senaar y Artoo, jefe de los bracmanes de la Atlántida. Tras las intrigas y de

Un poema de Randall

POETA NEGRO, CRÍTICO BLANCO Un crítico aconseja no escribir sobre asuntos controvertidos como la libertad o el asesinato, sino tratar temas universales y símbolos eternos como el unicornio blanco. ¿Un unicornio blanco ? (Poema incluido en Cities Burning (1968) de Dudley Randall, 1914-2000)

Corín Tellado

Leo los artículos aparecidos en la prensa asturiana con motivo de la muerte de Corín Tellado y, la verdad, no salgo de mi asombro. La cantidad de elogios y ditirambos apabulla. Un colega de El Comercio , por ejemplo, habla de su "laberinto ficcional imposible de igualar en lengua hispana" y de su "insobornable magisterio de didactismo permanente"; otro en La Nueva España dice que "es una pena que no hubiese sido elegida académica de la lengua." Ya sabemos que a los ojos de los demás todos somos mejores una vez muertos y que en este país solemos reservar las mejores alabanzas para los cadáveres, pero aún así ¿no nos estaremos pasando? Una cosa es cierta. Corín Tellado escribió más de 4.000 títulos, vendió unos 400 millones de ejemplares y fue la escritora española más leída en el mundo. Son récords de escándalo y por ello merece un respeto. Nadie duda de que Tellado fue una persona sincera, vital, luchadora en tiempos difíciles y trabajadora infatigable (h

Byron

En el verano de 1816 lord Byron, acompañado de su médico particular John William Polidori, se trasladó a Suiza estableciéndose en Villa Diodati, al borde del lago de Ginebra. Allí se reunieron con Mary Wollstonecraft Godwin, su futuro marido Percy Bysshe Shelley y su pareja en aquel momento Claire Clairmont. El tiempo fue espantoso. Hubo heladas y menudearon las tormentas y los crepúsculos turnerianos. Recluidos al calor del fuego del hogar surgieron en aquellos desapacibles días dos de los relatos de terror más célebres de la literatura inglesa, Frankestein de Mary Shelley y El vampiro de Polidori. Ahora bien, lo que no podían saber los habitantes de Villa Diodati era que aquel tiempo tan desacostumbradamente frío y destemplado era consecuencia directa de una catástrofe geológica que había tenido lugar un año antes en la isla indonesia de Sumbawa. En efecto, el volcán Monte Tambora estalló con una virulencia inusitada dando lugar a la mayor erupción que registra la historia. La explo