Paris entró para subir en el ascensor hasta el séptimo piso. Al otro extremo del corredor abrióse una puerta y se asomó Dodie Saratoga ataviada con un salto de cama muy ajustado. El inspector quitóse el sombrero y entró enseguida (...) Paris la miró con fijeza. Adivinaba lo que vendría. Había muchas como ellas: mujeres que llegaban de los pueblos pequeños. Se teñían el cabello, se pintaban las mejillas y usaban cosméticos perfumados..., y se ponían por nombre Dodie, Kathy, Vicki o Bobbi, porque les parecían más atractivos. Pero casi ninguna de ellas llegaba a la meta fijada. Eran ambiciosas y las dominaba la desesperación, mas no poseían talento ni habilidad. Y casi todas terminaban como ésta, vendiendo lo único que poseían. ( Incendio incloncluso , de Ben Benson. Editorial Acme, Buenos Aires, 1954)