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Mostrando entradas de enero, 2016

Doble uso del whisky

En un saloon del oeste: Audie Murphy: "Whisky". Camarero: "¿Para beberlo o para echárselo a alguien?". ( Humo de revólver , de Nathan Juran, 1953. Guion de D. D. Beauchamp y Norman A. Fox)

Laye

Había leído numerosas referencias a la revista Laye , pero hasta hace poco no he podido verla y tenerla en la mano. Laye se publicó de 1950 a 1954 en Barcelona, editada por la Delegación Provincial de Educación Nacional, y pronto se convirtió en el altavoz del que años más tarde sería conocido como la grupo barcelonés de la generación del medio siglo o de los 50. Entre ellos cabe memcionar a los hermanos Luis y José Agustín Goytisolo, Carlos Barral. Jaime Gil de Biedma, Josep Mª Castellet, Joan Ferraté y su hermano Gabriel Ferrater, y Manuel Sacristán. El número que tengo a la vista es el 24, y fue el último número que salió a la luz. Aunque la revista no pasaba censura previa, no la eximió de problemas con el obispado y con sectores de la "vieja guardia" falangista. El número en cuestión consta de 114 páginas, más otras 31 páginas a modo de anexo o suplemento en fino papel azul. Incorpora un par de dibujos de José María de Martín. Como director figura oficialmente Eug

Hombres de placer

Philip Dormer Stanhope, 4º Lord Chesterfield (1694-1773) Una vida ininterrumpida de placeres es tan insípida como despreciable. Algunas horas dedicadas todos los días a los asuntos graves excitan el ánimo  y los sentidos a disfrutar mejor de las destinadas al recreo. Un glotón ahitado, un  ebrio extenuado y un libertino enervado por los excesos, jamás gozan de los placeres a los que se dedican; no son más que otros tantos sacrificios humanos hechos a falsas deidades. Los goces de una vida ordinaria son todos erróneos, meramente sensuales y de naturaleza ingrata; mientras los de las personas cultas, los de las sociedades escogidas, aunque pueden no ser siempre del todo morales, son más finos, más delicados, menos peligrosos, menos ingratos y menos perjudiciales en el curso común de las cosas. En una palabra, el placer no debe ni puede ser ocupación de un hombrer sensato y de crédito distinguido, sino que puede ser y es su solaz, su recompensa. (Lord Chesterfield, Cartas a su hijo

Afrodisíacos

Norman Douglas publicó Paneros. Some Words on Aphrodisiacs and the Like en una edición privada, de corta tirada, en 1930, por Orioli de Florencia. Un año después lo editaría en Londres Chatto & Windus. Como dato llamativo, esta elegante edición, en grueso papel de hilo y amplios márgenes, lleva en el frontisccpicio un retrato del autor de ¡cuando era un niño!. El libro recopila todo tipo de sustancias y materias animales, vegetales y minerales, consideradas  afrodisíacas desde la antigüedad hasta nuestros días. Una de los especímenes descritos es una planta llamada satirión u orchis, cuya raíz es tenida como un potente estimulante del deseo carnal. Celio Aureliano, Dioscórides y Maquiavelo, entre otros, hablan de los efectos provocativos del satirión. Los turcos y otros orientales la utilzan para hacer un licor llamado salep. Este es un dibujo de dicha planta: Según la mitología Orchis, hijo de una ninfa y de un sátiro, fue fulminado por los dioses por desflorar, borrach

Un poema de Beltrán

CIUDAD DE PASO No ser de ningún sitio aunque seas un animal marcado sin remedio, la ciudad de la lluvia, la más mía. Y sin embargo a veces la ilusión de no ser o ser de un instante donde la sangre calle y las raíces se eleven solamente, como un brindis hacía el incierto soplo del futuro. Este mismo lugar, cualquier lugar sin patria, sin familia, sin amigos, sentado en la terraza de una noche cualquiera donde nada te abrigue. No ser de ningún sitio, aunque ya seas un animal marcado por tu vida, y sin embargo esta ciudad de pronto y las miradas que te eligen al paso y te bendicen o te ignoran sin más por ser tan sólo como uno más, sin más, cansado de vivir, feliz así (Fernado Beltrán, Hotel Vivir , Hiperión, 2015)

Apariencias

          -¿Es verdad que es usted... marciano?      -Sí.      -¿Y son ustedes como nosotros, por lo visto?      -No. Mi forma actual está facilitada por una técnica de la que sería absurdo hablar ahora.      Abrió su chaqueta, mostrando una compleja hebilla en el cinturón que sujetaba sus pantalones.      Este aparato hace que pueda ser visto de una manera especial: es una cuestión de óptica y psicología, al mismo tiempo.      -Y... ¿cómo son ustedes, en realidad?      -¿Le interesa saberlo?      -Muchísimo.      -Ya comprendo, sigue sin creer del todo en lo que digo.      Oprimió el botón y Elakron el Joven apareció como era en realidad, mucho más bajo que el profesor con su enorme cabeza y una desproporción un tanto ridícula.      Volvió de nuevo a su apariencia de John.      ¿Convencido? (H. S. Thels, Mientras brillan las estrelllas... Ediciones Toray, 1960)

Estado de propagación

Si la gallina no cede a los alhagos del gallo se le podrán dar cañamones a comer, que avivarán su ardor, aunque no ha de ser en demasía, ni por mucho tiempo, porque entonces hay el riesgo de que dexe caer la galladura, y los huevos no serían buenos para empollar. La señal cierta para conocer si la gallina se halla o no en estado de propagación, es quando el gallo la hace la aleta, anda alrededor de ella, y se mantiene picando y escarbando la tierra; al contrario, si la gallina busca al gallo, conviene refrescarla; y si no se dexa prender sino por fuerza, y huye de sus insinuaciones, se ha de dar a la gallina comida caliente, lo qual notará el que las gobierna, si como debe, tiene cuidado de proporcionarles el pasto que corresponde. ("Para conocer si la gallina engendra huevos aptos para empollar", en: Secretos raros de artes y oficios , de Lucas Antonio de Palacio. Madrid, Imprenta de Villalpando, c . 1807)

Los cuadernos de Malte Laurids Brigge

No había vuelto a leer Los cuadernos de Malte Laurids Brigge , de Rainer Maria Rilke, hasta hace poco. De sus pormenores no recordaba casi nada, pero curiosamente el comienzo del libro me quedó grabado en la memoria: "¿De modo que aquí vienen las gentes a seguir viviendo?". No es una de aquellas frases que suelen mencionarse como memorables, de estas que se supone que atrapan al lector para seguir leyendo. Un mero interrogante más bien anodino, así comienza esta novela, originalmente publicada en 1910 y caracterizada por su tono intimista, lírico y expresionista, propio del gran poeta que era Rilke, y que aquí se nos muestra como un prosista sobresaliente. El lugar al que se refiere el autor al principio del libro es París, y quien nos habla en primera persona es el joven poeta Malte, personaje inspirado en el escritor noruego Sigbjörn Obstfelder, muerto prematuramente. He vuelto a leerlo en el mismo libro en que lo hice por primera vez, la edición de bolsillo de la edit