Primero es el chirrido de la sierra y el chak chak chak de la azuela de Cash aprestando el ataúd destinado a Addie, la madre agonizante; y luego, una vez muerta Addie, el rechinar de las ruedas de la carreta con el cuerpo de la difunta, camino del cementerio de Jefferson, a unas cincuenta millas del Recodo del Francés, para ser enterrada allí, pues esa era su voluntad que su marido, Anse Bundren, tenía que cumplir. Avanza el miserable cortejo escoltado por los buitres, sorteando la crecida del río y dando barquinazos por los caminos embarrados. Y los hijos: Cash, el hermano mayor, buen carpintero; Jewel, el hijo adulterino de Addie y un reverendo; Dewey Dell, la hija embarazada de un forastero que quiere abortar; Darl, desequilibrado e incendiario ("se necesitan dos personas para hacerte y una persona para morir. Así es como el mundo s se encamina a su fin"); y el más pequeño, Vardaman, el niño asombrado ("mi madre es un pez"). Mientras yo agonizo (1930) es u