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Mostrando entradas de junio, 2017

Como arañas que se cuelgan por la boca de una viga

Primero es el chirrido de la sierra y el chak chak chak de la azuela de Cash aprestando el ataúd destinado a Addie, la madre agonizante; y luego, una vez muerta Addie, el rechinar de las ruedas de la carreta con el cuerpo de la difunta, camino del cementerio de Jefferson, a unas cincuenta millas del Recodo del Francés, para ser enterrada allí, pues esa era su voluntad que su marido, Anse Bundren, tenía que cumplir. Avanza el miserable cortejo escoltado por los buitres, sorteando la crecida del río y dando barquinazos por los caminos embarrados. Y los hijos: Cash, el hermano mayor, buen carpintero; Jewel, el hijo adulterino de Addie y un reverendo; Dewey Dell, la hija embarazada de un forastero que quiere abortar; Darl, desequilibrado e incendiario ("se necesitan dos personas para hacerte y una persona para morir. Así es como el mundo s se encamina  a su fin"); y el más pequeño, Vardaman, el niño asombrado ("mi madre es un pez"). Mientras yo agonizo   (1930) es u

Un poema de Browjohn

Alan Browjohn (n, 1931) POEMA A LA MANERA DE PREVERT En esta ciudad, tal vez una calle. En esta calle, tal vez una casa. En esta casa, tal vez una habitación Y en esta habitación una nujer sentada, Sentada en la oscuridad, sentada y llorando Por alguien que acaba de salir por la puerta Y que acaba de apagar la luz Olvidando que ella estaba allí. (Alan Browjohn, Collected Poems , 1983. Traducción: J.O.)

Afueras

Las afueras.      No son muy distintas de las afueras de cualquier gran ciudad: arrabales, polígonos industriales, algún neón rojo formando la palabra Club (el lenguaje universal del reclamo).      Siempre me han llamado la atención los barrios periféricos, con todos esos bloques abigarrados en los que habitan cientos, miles de personas que madrugan y cumplen con sus empleos y regresan exhaustos a esas viviendas raquíticas en edificios anodinos de tantas barriasas inhóspitas. Cada vez más. Cada vez peor.      Me pregunto cómo han podido hacer esto, cómo han podido hacernos esto.      Millones de vidas entregadas por casi nada.      A la fuerza.      Vivir para respirar. (Juanjo Barral, Sobre la marcha . Ediciones de Baile del Sol, 2017).

Héroes y esclavos

Mesalina: ¿Por qué mo ordenas a un esclavo que haga esto? ¿O  es que te gusta vivir de rodillas? Claudio: Con un tirano no hay más remedio que vivir de rodillas para no morir de pie. Mesalina: ¿Y tú llevas la sangre de los césares? Claudio: Roma estaba repleta de héroes. Ahora todos están muertos; y sus esposas, viudas. ( Demetrius y los gladiadores , 1954, de Delmer Daves. Guion de Philip Dunne).

Thoreau

David Henry Thoreau (1817-1862) Sin duda David Henry Thoreau está de moda. En su bicentenario se multiplican las ediciones y reediciones de sus obras. Thoreau es el nuevo profeta en un tiempo de falsos profetas. Pero no siempre ha habido tanta unanimidad en torno a la figura de este trascendentalista, paladín del conservacionismo y la vida retirada. Como ejemplo, he aquí la opinión de Jacques-Fernand Cahen en La literatura norteamericana (Barcelona, 1953): ",,, el verboso Thoreau ahoga en sermones los raros episodios que hubieran podido excitar el interés. Lo que cabe en una frase como, por ejemplo, que el hábito no hace al hombre ni su felicidad, le ocupa cinco o seis páginas; para probar la vanidad de la buena instalación, de las comodidades, del telégrafo (se saben siempre demasiado pronto las malas noticias), de los diarios (¿no es risible saber que tal princesa inglesa está resfriada?), de los ferrocarriles (se va más deprisa a pie, si se tiene en cuenta el tiempo que

El Pozo de los Deseos

Ford Madox Ford (1873-1939) Winchelsea se ubica sobre un largo acantilado, parecido en aspecto al de Gibraltar. Dos millas de marismas lo separan de Rye. Alguna vez hubo mar en donde ahora está la marisma; algún día volverá a haberlo. Cuando hubo mar, todas las naves de Inglaterra recalaban en aquel desembarcadero. Y los Cinco Puertos y los dos Pueblos Antiguos proveían a todas las naves del Rey de Inglaterra, a cambio de ciertos privilegios. Un barón de los Cinque Ports todavía puede pasar a través de las puertas de peaje sin pagar y vender en todos los mercados sin impuestos. En la cara del acantilado en que Winchelsea vira hacia Rye hay un arroyo que forma una hondura: el pozo de San Leonardo o el Pozo de los Deseos. El dicho es que una vez has bebido de esas aguas oscuras no descansarás hasta beber de nuevo. He visto -de hecho, los incentivé a ello- a tres americanos, Henry James, Stephen Crane y W. H. Hudson, beber de allí con las manos ahuecadas. Lo mismo hizo Conrad. Todos

Barataria, al sur de Jefferson

En una de las notas que lord Byron puso al final de su poema El corsario ( 1814) se nos informa de un lugar en la Luisiana llamado Barataria, antiguo refugio de los piratas de Jean Laffitte, y de idéntico nombre que la ínsula que con prudencia y sentido común gobernara Sancho Panza en el Quiijote . La nota está extractada de una gaceta norteamericana, y entre otras cosas dice (utilizo la traducción castellana del poema de Byron publicada en París, por la Librería Americana, en 1827): "Barataria es una bahía o un brazo de mar estrecho del golfo de Méjico, que atraviesa una comarca rica, pero plana, hasta una milla del río Misisipi, a quince millas más abajo de la Nueva Orleans (...) La isla Barataria está situada a los 29 grados de latitud y a los 92 de longitud. Es tan notable por el buen aire que en ella se respira, como por los escelentes pescados que abundan en aquellos parages." Así pues, desde la ínsula Barataria, en el delta del Mississippi, y siguiendo el "V