Porque vivimos dos vidas, ambas destinadas a acabar: la primera es la vida física, la de la sangre y el aliento; la segunda es la que se desarrolla en la mente de quienes nos amaron. Y cuando la última persona que nos conoció muera, nos disolveremos, nos evaporaremos para siempre, y comenzará la grande e interminable fiesta de la Nada, en la que el aguijón del recuerdo no podrá ya herir a nadie. (Emanuele Trevi, Dos vidas . Sexto Piso, 2022. Traducción de Juan Manuel Salmerón Arjona).