Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de diciembre, 2015

Invocación a San Silvestre

Félix Ros (1912-1974) En el puente de esta noche que, sobre el río del tiempo, une la orilla de nieve de un año con la orilla en flor de otro, pedimos, San Silvestre, tu última mirada y tu esperanza última -la que durante tanto tiempo reservaste, y que ya creías no poder dar-, ahora que entras en lo eterno, a ser tu propia estatua, losa tu pecho de la propia tumba. Patrocina cuanto esperamos de esa minúscula vejez que nos cargarán los próximos doce meses. Concédenos en enero la experiencia del tronco ardiendo. En febrero, las mil palomas del almendro. En marzo, negocio santificado. En abril, lo que se cerró se vuelva a abrir. En mayo, un pensamiento puro y un buen caballo. En junio, el mar a punto. En julio, tres abanicos de plenilunio. En agosto, novia, viaje, despedida y retorno. En setiembre, vino y pastel de liebre. En octubre, concierto, paraninfo y mano que esculpe. En noviembre, el libro de siempre. En diciembre, familia y lecho caliente (...)  Glorioso San Silvestre, cadáv

Año Nuevo

No, no es Rajoy ante el fantasma de la ingobernabilidad,  sino Mr. Scrooge aterrado al ver el espectro de Jacob Morley. (Ilustración de John Leech para Un cuento de Navidad , de Charles Dickens) FELIZ AÑO 2016 

Un poema de Hardy

Thomas Hardy (1840-1928) LOS BUEYES Es Nochebuena y van a dar las doce. "Ahora se arrodillan", un viejo dijo, en tanto que, muy juntos, al amor del rescoldo nos sentábamos. Y ya nos figuramos las mansas, apacibles criaturas, en su rincón de paja: y nadie puso en duda que hincasen la rodilla en tal momento. ¡Tan bella fantasía pocos alimentaran en estos tiempos! Pero si alguno me dijera, en Nochebuena: "Ven: verás a los bueyes que ahora se arrodillan, en su establo sin nadie, junto al patio, donde tanto estuvimos siendo niños", con él me iría, entre las sombras, henchido de esperanza. ("The oxen", de Thomas Hardy. Traducción de Marià Manent)   

Un banco, Ginzburg, una libreta y un espejo

Un banco en Villa Borghese, el cansancio de los paseos, la emoción del descubrimiento. Leyendo y leyendo y leyendo. Natalia Ginzburg sonriendo desde la portada sutil de Einaudi Tascabili. La sionrisa de nuchos dientes y labios finos, los ojos achinados como una esquimal, el pelo negro y corto, cierto aire monjil.     Cuando tenía veinte años Natalia Ginzburg salía de paseo a la caza de personajes para sus relatos. Iba siempre con una pequeña libreta en el bolso. no quería que se le perdiese nada en el camino, ningún detalle importante. Pero la mayoría de las frases sueltas que anotaba no le servían después para ningún relato, no conseguía insertarlas en historia alguna. La libreta terminaba convirtiéndose en un cementerio de frases perfectas, inútiles. Se dio cuenta de que en cada momento de escritura las frases sucumben, se solidifican, se inmortalizan en un gesto pétreo que es igual a la ausencia de vida. Allí donde se paran cavan su sepulcro.      Fue en aquella época cuando v

Cazafortunas

Susan Hayward: Escuche, lo único que me importa es lo que gasta la gente. Robert Young: Esos intereses tienen un nombre. Susan Hayward: Claro. Cazafortunas. Leí un poema en el instituto. Hablaba de recoger rosas mientras uno puede. Pues en vez de rosas yo recojo orquídeas. ( Ellos no creen en mí , de Irving Pichel, 1947. Guion de Jonathan Latimer. El poema al que se alude es "A las vírgenes, para que aprovechen el tiempo", del poeta inglés Robert Herrick (1591-1674): Coged las rosas mientras podáis,/veloz el tiempo vuela ...)

La arpía americana

Hojeando un ejemplar de Papeles de Son Armadans de 1962, me topo con un artículo de Serrano Poncela titulado "Romances de ciego". En los pliegos de cordel salía de todo: fieras corrupias, santos milagreros, címenes horripilantes, mamoncillos niños fablistanes, etc. Un romance, que gozó de gran popularidad en el siglo XVIII y hasta mediados del XIX, se titula La Arpía americana, animal feroz y anfibio, o que vive en agua y tierra, que fue cogido en las costas del Perú, en una laguna llamada Orfagá, en este presente año (2 hojas, fig., sin fecha). De acuerdo con el anónimo autor esta monstruosa criatura era descendiente de las arpías virgilianas, algunas de las cuales se trasladaron al nuevo mundo, donde vivían escondidas en impenetrables selvas. Una de estas bestias se había establecido en la peruana laguna de Orfagá, molestando mucho a los naturales del lugar, pues se alimentaba preferentemente de niños. La dicha arpía tenía cara y pechos de mujer, cuerpo escamoso, alas

Himalayas del alma (y 3)

Joan Mascaró Fornés (1897-1987) ETERNAS PREGUNTAS       ¿Quién hace que la mente se marche tan lejos? ¿Quién impulsa primero la vida a emprender su viaje? ¿Quién nos mueve a pronunciar estas palabras? ¿Quién es el Espíritu tras la vista y el oído?       Lo que no puede expresarse con palabras, pero con lo que las palabras se expresan. Debes saber que eso sólo es Brahman, el Espíritu, no lo que aquí adora la gente.       Lo que no puede pensarse con la mente, pero con lo que la mente puede pensar. Debes saber que eso sólo es Brahman, el Espíritu, no lo que aquí adora la gente.       Lo que no puede verse con los ojos, pero con lo que el ojo puede ver. Debe saber que eso sólo es Brahman, el Espíritu, no lo que aquí adora la gente.       Lo que no puede oírse con el oído, pero con lo que el oído puede oir. Debes saber que eso sólo es Brahman, el Espíritu, no lo que aquí adora la gente.       Late en el pensamiento de quienes lo conocen más allá del pensamiento, de los que

Presentación en Barcelona

He aquí el video, realizado por José Luis Espina, de la presentación (1-12-2015) en la librería La Central del Raval, de Molinos de viento en Brooklyn , de Prudencio de Pereda.   

HImalayas del alma (2)

Rabindranath Tagore (1861-1941) La carta de Mascaró a Calvet iba a compañada de una copia en inglés de la carta que Rabindranath Tagore le había enviado a Mascaró, con su correspondiente traducción al castellano. La carta de Tagore, fechada el 22 de septiembre de 1938, en "Uttarayan", Santiniketan, Bengala,  dice así:      He visto con demasiada frecuencia Upanishads traducidos al inglés por eruditos que son filólogos y a quienes se les escapa la alegría de la visión directa de la verdad expresada en el texto original. Por otra parte, en nuestro propio país, han aparecido en estos últimos tiempos sofisticados interpretes que con erudita insensibilidad no tuvieron escrúpulos en atormentar las palabras de nuestros antiguos poeta-profetas para encajonarlas de acuerdo con los modelos metafísicos de su lógica particular. Robaron de esta manera la voz de palabras llenas de vida, y robaron la luz de las visiones luminosas. Los pensamientos de nuestros sabios eran sencillos, c