Niñas humanas


     El señor Weston advirtió la presencia de una niña a la que, al salir de una curva muy cerrada, atropelló inseperadamente. Miró el sitio donde yacía tendida y le pidió que se levantara y volviera corriendo a su casa, y así lo hizo ella, risueña, sin parecer mada afectada por el percance. Este ligero incidente, sin embargo, le soltó la lengua a Michael.
     -Una niña humana -dijo- es una criatura puesta en un plato para que el tiempo se alimente de ella. Lleva ligas, vestidos y enaguas, y más adelante volantes y cintas rosas. Sale de paseo el séptimo día de la semana y suspira al encontrarse con unos pantalones de domingo. Se encuentran, se abrazan y se divierten tanto como pueden durante escasos años, y luego enferman y descienden a los muertos.
     -¿Y qué hay de malo en ello? -preguntó el señor Weston, conduciendo con cautela la camioneta al doblar una esquina.
     -Nada, señor, de lo que tenga yo conciencia -respondió Michael alegremente-, pues la humanidad no es sino un elemento cambiante, en constante movimiento, estremecido y turbado como el mar, arrasado por todos los vientos y arrastrado por todas las mareas.

(T. F. Powys, El buen vino del señor Weston. Ediciones Alfabia, 2014. Traducción de Gaizka Ramón)

Comentarios

(4)
  1. El texto da escalofríos.

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  2. Powys es un escritor intrigante.

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  3. Recomienda la lectura completa de este libro?

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  4. Powys no es un autor para todos los paladares, pero sí, lo recomiendo si se quiere descubrir a un escritor distinto y muy peculiar.

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