Corrupción en el ayuntamiento
-Puede examinarlos cuando quiera, Goodwan -dijo-. ¿No es así cómo dijo que se llamaba?
Sin responder me puse en pie y me acerqué a la mesa, tomé la carpeta y sin que dijera nada más regresé al sillón.
Leí despacio, muy despacio... Y todo era como había sospechado, pero el desfalco no era contra el fisco ni mucho menos, sino contra el propio vecindario.
Unos impuestos, y una ganancia rentable de unos doscientos mil dólares.
Motivo más que suficiente, pensé, para asesinar a un hombre, si es que ese montón de dólares iba a parar a los bolsillos del alcalde... y había otro u otros varios que habían armado aquel tinglado.
(Joe Mogar, Requiem por un alcalde. Editorial Bruguera, 1974)
Qué tiempos tan pequeños, ahora el tinglado es más grande.
ResponderEliminarHola Jorge.
Antes estas cosas solo pasaban en los U.S.A., claro.
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