El final


 

La novela hace lo que puede por actualizarse, por llevarse bien con su entorno de scrolls infinitos, sentimientos meméticos e hipertextos maleables pero, formalmente, sigue siendo conservadora. A pesar de renunciar a la estructura hermética a la que ha estado sujeta desde su fundación, sigue reinando el final. Una narración puede aventurarse en las profundidades del tiempo cuántico o tener un aire liberado, altamente experimental pero, incluso allí, encontramos una geometría mínima, un término. Dentro de sus márgenes, el desorden está dominado por el respeto hacia las antiguas reglas de juego, siempre bajo la influencia de una ley que nos impide prescindir totalmente de un orden, de una última frase. 

(Camila Cañeque, La última frase. Ediciones La uÑa RoTa, 2024).  


 

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