Disquisición petro-poética

 


En una entrada de hace trece años años (sí, lo sé, el tiempo vuela), dedicada al famoso poema de W. H. Auden "In Praise of Limestone", divagué acerca de las posibilidades de traducción al español del término petrológico limestone. El azar ha hecho coincidir recientemente dos libros de Auden con sendas versiones al castellano de dicho poema: Elogio de la piedra caliza, de Andreu Jaume (Acantilado, 2021) y "Elogio de la caliza" en Cuarenta poemas, de Jordi Doce (Galaxia Gutenberg, 2020). Como puede observarse sigue habiendo disparidad a la hora de traducir limestone. ¿Caliza? ¿Piedra caliza?

Aunque ambas traducciones son aceptables, creo que el término "caliza" es el más apropiado y preciso, al menos desde el punto de vista geológico. Así, pues, me quedo con la versión de mi amigo Doce. Ahora bien, en el poema de Auden la palabra "caliza" aparece dos veces, en el título y al final del poema ("limestone landscape"). Jaume, en coherencia con su elección del título, traduce "paisaje de piedra caliza"; en cambio Doce prefiere no repetir y escoge "paisaje calcáreo". También es correcto. Calcáreo significa que contiene calcio, y la caliza es una roca sedimentaria compuesta básicamente de carbonato de calcio (calcita), soluble en agua. Esta es la razón por la que, según el poema, "si constituye el único paisaje que nosotros, los inconstantes, /solemos añorar, se debe mayormente a que/ se disuelve en agua." (Versión J.D.).

En una reseña de ambos libros citados, aparecida en el diario La Nueva España (18 de febrero), J. C. Iglesias hace referencia a la traducción de Jaume de "In Praise of Limestone" y dice: "también acometida (la traducción) por Jordi Doce con el título menos literal de "Elogio de la caliza"). ¿Menos literal? Todo lo contrario, diría yo. A no ser que se considere "más literal" la traslación etimológica de dicho vocablo en inglés: lime=cal; stone=piedra; o sea, "piedra de cal". Pero no es lo mismo. 

Al margen de disquisiciones comineras, "Elogio de la caliza", escrito por Auden en 1948, es uno de los grandes poemas del siglo XX. Sin embargo, hay otro poema en la selección de Jordi Doce, no tan conocido, que personalmente coloco casi a su misma altura y curiosamente también tiene un trasfondo geológico-minero: "El Baedeker no lo menciona", cuyas primeros versos dicen así: "Hubo minas de plomo en este sitio/ antes de que llegaran los romanos...". Parafraseando el inicio de "Musée des Beaux Arts" (otro de sus grandes poemas) me atrevo a decir: "En cuanto a la geología jamás se equivocaba, / el Viejo Maestro...". 

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