Updike
Lo primero que leí de John Updike fue Corre, Conejo cuando salió en 1965, en la editorial Seix Barral. Todavía conservo el ejemplar, con el dibujo de Francesc Todó en la cubierta y las sobrecubiertas de plástico transparentes. Lo hice motivado por la crítica laudatoria en Destino (¿de Rafael Vázquez Zamora? ¿de Antonio Vilanova?).
Al margen de que su escritura estilizada gustara más o menos, Updike ha sido uno de los escritores norteamericanos más relevantes de la segunda mitad del siglo XX; lo que, teniendo en cuenta que hubo de competir con colegas de la talla de Bellow, Roth, Cheever, Capote, Mailer y otros, no es ninguna tontería.
"Muere John Updike, azote de la clase media americana", dice el titular de El Comercio. No hay que exagerar; pero es cierto que su obra narrativa es una de las que mejor refleja los sueños y frustraciones del americano medio de los suburbios.
Al margen de que su escritura estilizada gustara más o menos, Updike ha sido uno de los escritores norteamericanos más relevantes de la segunda mitad del siglo XX; lo que, teniendo en cuenta que hubo de competir con colegas de la talla de Bellow, Roth, Cheever, Capote, Mailer y otros, no es ninguna tontería.
"Muere John Updike, azote de la clase media americana", dice el titular de El Comercio. No hay que exagerar; pero es cierto que su obra narrativa es una de las que mejor refleja los sueños y frustraciones del americano medio de los suburbios.
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