Invocación a San Silvestre
Félix Ros (1912-1974)
En el puente de esta noche que, sobre el río del tiempo, une la orilla de nieve de un año con la orilla en flor de otro, pedimos, San Silvestre, tu última mirada y tu esperanza última -la que durante tanto tiempo reservaste, y que ya creías no poder dar-, ahora que entras en lo eterno, a ser tu propia estatua, losa tu pecho de la propia tumba. Patrocina cuanto esperamos de esa minúscula vejez que nos cargarán los próximos doce meses. Concédenos en enero la experiencia del tronco ardiendo. En febrero, las mil palomas del almendro. En marzo, negocio santificado. En abril, lo que se cerró se vuelva a abrir. En mayo, un pensamiento puro y un buen caballo. En junio, el mar a punto. En julio, tres abanicos de plenilunio. En agosto, novia, viaje, despedida y retorno. En setiembre, vino y pastel de liebre. En octubre, concierto, paraninfo y mano que esculpe. En noviembre, el libro de siempre. En diciembre, familia y lecho caliente (...) Glorioso San Silvestre, cadáver milagroso -acaban de sonar doce campanadas; las uvas estallan sobre la lengua, como licor blandamente helado-, entre las corzas frías y bajo el picado de los galki grises, tiéndenos tu mano. Sintamos en este segundo de pensamientos sutiles tu mano binada, pergaminosa, sobre la frente en ardor. Traza el buen signo de nuestro año próximo. Amén.
("Invocación a San Silvestre, el de las doce uvas", en: El paquebot de Noé, Editorial Lara, 1946).
Una excelente i exquisita invocación, Jorge. ¡Amén!
ResponderEliminarESperemos que nos oiga san Silvestre.
ResponderEliminarA veure si el glorioso San Silvestre ens ajuda ja que Sant Nicola no ho ha fet després de tots els anys iluminan-lo, Bons desitjos per aquest any i tranquil.litat. Petons
ResponderEliminarA veure si entre tots dos ens ajuden!
ResponderEliminar