Zarafa

Retrato oficial de la jirafa y su cuidador Atir, por Nicolas Huet.

En octubre de 1826 atracó en el puerto de Marsella el barco que transportaba la primera jirafa que se veía en Francia. Era un obsequio de Mehmet Alí, pachá otomano de Egipto, al rey Carlos X, con el objeto de ganarse su amistad.
La jirafa había sido capturada siendo una cría en la altiplanicie de Etiopía, y conducida a lomos de camello hasta Sennar. De allí fue transportada en faluca por el Nilo Azul hasta Jartum; y de Jartum, siguiendo la infame ruta de los esclavos, hasta El Cairo y Alejandría. En Alejandría Bernardino Drovetti, cónsul francés y consejero del pachá, puso al cuidado de la jirafa a su criado sudanés Atir. La travesía marítima duró tres semanas. Durante todo este tiempo Zarafa -como la denomina Michael Allin en su libro Zarafa. La auténtica aventura de la jirafa que viajó a París desde el corazón de África (2000)- permaneció en la bodega del barco, de la que sobresalía su largo cuello y la cabeza gracias a una abertura practicada en la cubierta.
En Marsella pasó la jirafa el invierno y en primavera se reanudó la procesión, situándose al frente de la misma Étienne Geoffroy Saint-Hilaire, uno de los más reputados naturalistas del momento. Por todo el trayecto Zarafa despertó la curiosidad y el asombro de decenas de miles de personas que se aglomeraban en pueblos y ciudades y a lo largo de los caminos para verla. Finalmente llegó a París en junio de 1827. Había recorrido 6.436 kilómetros.
Una delegación del Instituto, formada por los señores Cuvier, Saint-Hilaire y los miembros de la administración del Jardin du Roi, acudió al palacio de Saint-Cloud a presentar el animal al Rey. Más tarde la jirafa fue instalada en el Jardin des Plantes, delante de la Rotonda. Allí vivió, en compañía de su fiel cuidador Atir, como una atracción pública, hasta su muerte en enero de 1845, siete meses después que Geoffroy Saint-Hilaire.

Comentarios

(2)
  1. Supongo que lo sabe, ya que es usted geólogo, pero el asunto tiene más miga, porque -a la espera de Darwin- Saint-Hilare era evolucuionista y Cuvier catastrofista (los fósiles eran restos de diluvios anteriores) y la jirafa de marras (¿qué querrá decir 'marras', diría cansinamente Millás) se usó para tirarse los argumentos a la cabeza.

    Un saludo y enhorabuena por tan estupendo blog

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  2. Es cierto. ¡Lo que puede dar de sí una jirafa!
    Saludos.

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