Molokai

He vuelto a acordarme de esta película después de leer lo que Robert Louis Stevenson escribe a propósito de su visita a Molokai.
RLS arribó al embarcadero del poblado de Kalaupapa el 22 de mayo de 1889. Tan solo quince días antes el P. Damien de Veuster, belga de nacimiento y perteneciente a la Congregación de los Sagrados Corazones, había fallecido enfermo de lepra. Stevenson había oído hablar del lazareto durante su estancia en Ho'okena, y quiso ver con sus propios ojos cómo vivían aquellos pobres desgraciados a los que la sociedad había apartado.
A raiz de la muerte del misionero católico se escribieron en los periódicos de Oceanía grandes elogios, pero también acerbas críticas, sobre todo por parte de pastores protestantes. Uno de ellos, el presbiteriano Dr. Hyde -ironías del destino- había sido especialmente cruel con su persona. ASeguraba que el P. Damien había desatendido la misión e insinuaba que debido a sus vicios y relaciones impuras con mujeres había contraído la lepra. Indignado, Stevenson cogió la pluma y escribió "Una carta abierta al reverendo Dr. Hyde de Honolulu", fechada en Sydney el 25 de febrero de 1890, en la que rebate las maledicencias vertidas sobre la figura del P. Damien.
En otra carta, dirigida a su amigo Sidney Colvin, Stevenson escribe: " Mi opinión del viejo Damien, de cuyas debilidades y peores defectos lo he oído todo, no puede ser mejor. Como todo campesino europeo, era desaseado, fanático, embustero, insensato, marrullero, pero con una gran generosidad y restos de candor (...) Un hombre tan mugriento e insignificante como toda la humanidad, pero por eso mismo más santo y heroico."
El gran Stevenson. Qué buena descripción hace del padrecito. Lo de Mr. Hyde es demasiado bueno para ser verdad pero seguramente lo será.
ResponderEliminarVi "Molokai" en su día, no hace tanto, con el mismo placer con el que se lee a Marcial Lafuente Estefanía y el mismo con el que volví a ver hace un par de días (y seguro que tú también) "Balarrasa". Sí, ahí, en esa cadena pecadora. Ayss...
Muy buena entrada, as usual. Un abrazo.
Lo que más me admira de Stevenson, a parte de la valentía que supone en aquellos tiempos ir a Molokai, es el respeto por las personas de toda condición, por los enfermos y por quienes les cuidan. Lo que de veras le importa a Stevenson es lo que hacen las personas y no sus credos o nacionalidades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Molokai, la vi a los siete años una tarde de domingo en sesión doble en un cine de la calle Matanzas (también era club de ajedrez) Stevenson,simplemente de best.
ResponderEliminarAl final, casi todo nos retrotrae a la infancia.
ResponderEliminar