Linea de sombra


 

"Sólo los jóvenes conocen momentos semejantes. No me refiero a los muy jóvenes, no: los muy jóvenes, en rigor, no tienen momentos. Es el privilegio de la primera juventud vivir más allá de sus días, en esa magnífica continuidad de esperanza que ignora toda pausa y toda introspección."

Con estas contundentes palabras empieza La línea de sombra, de Joseph Conrad, según la primera traducción al castellano realizada por Ricardo Baeza en 1931 para la editorial Montaner y Simón, y reutilizada posteriormente en múltiples ediciones. Esta novela, originalmente publicada en 1916, está considerada por algunos críticos como la última de sus obras maestras. Que sea la última es opinión discutible, lo que parece fuera de toda duda es que es una obra maestra. El caso es que llevaba muchos años sin releerla y, como era de esperar, su lectura no solo me ha vuelto a fascinar sino que me ha revelado matices y aspectos que se me ne habían escapado la primera vez que la leí. 

Como es sabido la obra trata de la experiencia vital que un innominado capitán experimenta en su primer mando de un buque cuyo nombre tampoco se especifica*. (Desconozco la razón por la que Conrad, amante de los detalles, no aporta estos datos). El título del libro hace alusión a esta borrosa divisoria que separa la juventud de la edad adulta, y se basa en experiencias marítimas del propio autor. El subtítulo de la novela, Una confesión, anuncia el tono confidencial que el narrador y protagonista aporta a la historia. 

La primera vez que leí La línea de sombra era joven y no me supuso ningún esfuerzo empatizar con el también joven capitán y sus vicisitudes al frente de una tripulación enferma y en medio de un mar en plena calma chicha. Sin embargo, ahora mi foco lector ha apuntado más hacia otros personajes secundarios, pero no por ello menos importantes en la narración, tales como el capitán Giles, experto en navegaciones intrincadas; Mr. Burns, el doliente segundo de a bordo; o Ransome, el cocinero de corazón débil que con su serenidad en los momentos de mayor zozobra y desasosiego se erige como un férreo apoyo para el joven capitán. Personajes que, junto al resto de la abnegada tripulación, contribuyen a dotar a la novela de un cierto aire entre fatalista y épico. 

Como dice el narrador al principio de la novela:

"Llenos de ardor y alegría, caminamos, reconociendo las lindes de nuestros predecesores, aceptando tales como se presentan la buena suerte y la mala, las duras y las maduras, el pintoresco destino común que tantas posibilidades guarda para el que las merece, cuando no simplemente para el afortunado. Sí; caminamos, y el tiempo también camina hasta que, de pronto, vemos ante nosotros una línea de sombra advirtiéndonos que también  habrá que dejar atrás la región de nuestra primera juventud."  

 

* En la Wikipedia, tanto en la versión inglesa como en la española, en la entrada correspondiente a "La línea de sombra", se dice que el barco se llama Orient. Error. Conrad nunca menciona el nombre del barco. Solo cita el nombre del vapor Melita, que es el que traslada al capitán en ciernes del "puerto oriental" (sin concretar), donde se encuentra, hasta Bangkok, a fin de hacerse cargo de su nuevo comando. 

 

Comentarios

(4)
  1. All the young punks30/9/25, 14:16

    Siempre he sentido una natural aversión por el verbo "madurar" cuando éste es aplicado a seres humanos, convirtiéndolos de éste modo directamente en hortalizas; es por esto, que la expresión "línea borrosa" no sólo me agrada, sino que me parece más acertada y humana, en el sentido más amplio de la palabra. Ser "adulto" a los 20 años, la verdad, no lo considero un gran negocio y sin embargo éste parece ser el canon mayoritariamente impuesto a la juventud en la sociedad capitalista actual, arrinconando y devaluando la dimensión lúdica de las personas. No seré yo quien altere ni una coma de de las contundentes palabras que dan inicio a "Línea de sombra", pero me identifico mucho más con el Conrad de "Chance" cuando afirma:

    "People, wether mature or not mature (and who is really ever mature?) are for the most part quite incapable of understanding what is happening to them".

    Como ya afirmara Jaime Semprún, la sociedad capitalista de masas dominada por sus aparatos burocráticos permite en ciertas franjas de edad un relativo alejamiento de la norma de la que salen victoriosos los oportunistas más capacitados y que mejor se adaptan al imperante orden de las cosas.

    Es ahora, cuando ya peinamos canas, cuando nos damos efectivamente cuenta de que ésto no son sino los restos de una sórdida sabiduría burguesa.

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  2. Jorge Ordaz1/10/25, 12:28

    Se me ocurre también la pregunta: ¿Qué pasa con aquellas personas que no llegan nunca a traspasar su línea de sombra?

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  3. A design for life1/10/25, 23:20

    Encuentro la pregunta no sólo pertinente sino, según creo, de plena actualidad; dado que aquellos que se encuentran entre lo más abollado de nuestros líderes mundiales parece estar muy preocupado por hallar el elixir de la eterna juventud. Rousseauniano por convicción, lo veo como un estado ideal, sin innecesarias renuncias, obligaciones no deseadas y sin miedo a nada que no sea la propia conciencia.




    En definitiva, un NO mayúsculo a la vida de ratas programada por el sistema capitalista.


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    1. Jorge Ordaz7/10/25, 12:04

      Ana por ahí una especie de embaucador dando conferencias, defensor acérrimo de la inmortalidad, diciendo que el hombre que vivirá mil años ya ha nacido. En fin, hay gente para todo

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