Los Conrad de Monterroso
Ejemplar de El duelo, de Joseph Conrad, perteneciente a la Biblioteca Augusto Monterroso de la Universidad de Oviedo.
Acerca de los nueve mil volúmenes que forman la biblioteca personal de Augusto Monterroso que su viuda, la también escritora Bárbara Jacobs, donó a la Universidad de Oviedo, y que actualmente se encuentra en la Biblioteca de Humanidades del Campus de El Milán, Leticia Sánchez Ruiz escribió un pormenorizado ensayo, Fragmentos del mapa del tesoro. La biblioteca personal de Augusto Monterroso (Pez de Plata, 2023), que viene a constituir una especie de retrato del escritor guatemalteco, a través de sus preferencias y gustos literarios. Muchos son los autores, clásicos y contemporáneos, citados en el libro que, por una u otra razón, interesaron a Monterroso; pero me llamó la atención el hecho de que no hubiera ningún comentario sobre Joseph Conrad. La pregunta que entonces me formulé era: ¿Contiene su biblioteca personal de Oviedo obras de Conrad? ¿Le gustaba?
Con el fin de averiguarlo, me dirigí a la Biblioteca de Humanidades. Con la inestimable ayuda de su director, Evaristo Álvarez Muñoz, pude consultar el catálogo del legado Monterroso. Efectivamente, sí había libros de Conrad, pero, para mi sorpresa o decepción, tan solo dos obras: El corazón de las tinieblas y El duelo. Puede que haya más títulos conradianos en sus otras bibliotecas personales conservadas en la Universidad de Princeton y en el Museo del Estanquillo de Ciudad de México, pero parece claro que, a juzgar por lo que hay en Oviedo, Conrad no era uno de sus escritores favoritos.
El ejemplar de El corazón de las tinieblas es uno de los publicados en 1990 por la editorial Juventud de Barcelona, en edición de bolsillo, con traducción de Mónica Salmón y prólogo de Carmen Virgili (no confundir con Carmina Virgili, geóloga y catedrática de Estratigrafía en Oviedo y Madrid). El ejemplar de El duelo es de la editorial chilena Zig-Zag, impreso en Santiago en 1944, y traducido por Lillian Lorca. Ninguno de los dos ejemplares lleva anotaciones marginales o subrayados en el texto, cosa que con frecuencia solía hacer Monterroso al leer los libros. Lo cual no deja de chocarme, sobre todo teniendo en cuenta que en la edición de El duelo, la traductora Lorca dice refiriéndose al autor de El Duelo: "Tal vez haya escritores novelistas más grandes que él, pero creo que Conrad es sin duda el más grande artista que haya escrito una novela". Juicio que, al parecer, no debió de impresionar a Monterroso.
Según me apuntó Álvarez Muñoz, entre los libros de la biblioteca de Monterroso depositados en la Universidad de Oviedo hay algunos, no especificados, que pertenecieron a Bárbara Jacobs. Entonces, los dos ejemplares ovetenses de Conrad, ¿eran de Monterroso o de su esposa? De momento, no tengo respuesta.
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