Quejas del autor
JOSÉ MIGUEL OVIEDO. ¿Entonces para ti, la literatura es algo "reconfortante"?
AUGUSTO MONTERROSO. Ahora se habla mucho, entre escritores, de fantasmas internos, de obsesiones, de imperativos que el autor no puede sacudirse, pero es claro que se trata de puras reminiscencias de los conceptos románticos según los cuales el artista debía sufrir ya no sólo por lo difícil que es en sí el mero hecho de vivir, sino por su arte, por su vocación (en cuyo nombre se publican tantos crímenes), hasta el extremo de sacrificar su vida a ese arte. Todo esto me parece una tontería, pues bastante arte hay ya almacenado como para diez generaciones, a las cuales les haríamos un gran bien si paráramos un poco para darles la oportunidad de conocerlo, aparte de que nadie le va a agradecer al artista aquel sacrificio. Debería desterrarse a todo artista que tome su arte como una tragedia. Tal vez uno tenga el derecho a quejarse de la vida, pero no de su oficio. Y menos de escribir. Escribir es una manía, una afición como cualquier otra, o una manera de llamar la atención y de satisfacer la vanidad como hay tantas. Si la cosa funciona y más o menos te gusta y le gusta a la gente, bien; si no, ¿a quién le importa? Creo que uno debe hacer este trabajo con cierto temor y con todo el perfeccionamiento que su naturaleza le exija, pero con humildad y al margen de lo que hace para ganarse la vida.
1975
(Augusto Monterroso, Viaje al centro de la fábula. Alianza Editorial, 2024)
Desde mi insignificante condición de escritor nonato o frustrado, mi total ignorancia en lo concerniente al autor y su obra y consciente asimismo de que estoy entrando en un jardín donde tal vez no encuentre la salida, sí quisiera expresar, si soy capaz, mi más profundo desacuerdo con las opiniones vertidas por Monterroso en el texto extractado.
ResponderEliminarEn mi opinión, y siguiendo a Herbert Read, un artista debe vivir en su visión y atender al curso inevitable dictado por su sensibilidad, siendo ésta obviamente singular y no enajenable. Por tanto, esos fantasmas, obsesiones e imperativos que el autor no puede sacudirse y tanto parecen estorbar a Monterroso son para mí una muestra palpable de su singularidad y su unicidad. Para algunos artistas, escribir no es un mero hobby, como podría ser montar una estantería del Ikea; sino una necesidad vital, como respirar, un salvavidas o una manera de estar en el mundo. Dejarse vencer por el placer de la gloria o el cebo de la ganancia es, como muy bien apunta, ceder a una siempre vacua vanidad. Romántico, trágico, doliente...un buen libro o escrito debería ser similar a un parto y quizás debería cambiar a su autor para siempre. Como decía Nietzsche; sino arde un fuego en su interior, el fuego debería castigarlos por ello. Finalmente, y dado que hasta aquí me he limitado a arrojar una mirada crítica sobre el texto, intentaré cerrar éste comentario con una aportación de Jack Kerouac un tanto grandilocuente pero a la que sin duda me siento mucho más cercano:
"Escribir, no puedes hacer nada mejor que entregarte, con una comprensión humilde y acaso a disgusto, y que el resultado sea una purga, un deleite, un alivio comunicativo, hasta los secretos más personales de uno mismo, con el martillo laborioso y decidido del trabajo, en estrofas o historias que llevan en sí mismas la comprensión irredimible y universal de la humanidad de la misma forma que la gracia y la belleza siempre se suscitan en la naturaleza".
En definitiva, cada uno escribe como siente y le parece. La literatura es un territorio de libertad al que se accede de muchas maneras y actitudes.
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