Unos minutos bastan
Los tres hombres parecían embebecidos en sus pensamientos, lo que, por extraña coincidencia, confluían en un mismo punto: la sorprendente asociación que habían hecho entre sí, el sincero y súbito afecto que había nacido en sus pechos sin apenas conocerse.
Sacaron en consecuencia la misma deducción: que en la vida no es necesario, ni imprescindible, una larga convivencia con determinada persona para llegar a profesarle un afecto profundo, una confianza ciega. Que a veces bastan unos minutos de conversación con un desconocido para sentirse misteriosamente compenetrado con él.
(Leo Mason, Te espera la horca. Editorial Tesoro, 1964).
Miss Marple difiere: "La verdad es que la mayoría de la gente, y no excluyo a los policías, ¿comprenden?, es demasiado confiada para este mundo tan malo. Creen todo lo que se les dice. Yo nunca lo creo. Tengo la manía de querer comprobar las cosas por mí misma". Agatha Christie, Un cadáver en la biblioteca.
ResponderEliminarA lo mejor si Miss Marple hubiese estado en el salvaje Oeste y no en la campiña inglesa, hubiese pensado distinto...
ResponderEliminarEs posible que precisamente el carácter salvaje del Oeste obligue a la gente a confiar en las personas. Siempre y cuando no sean feroces apaches cortadores de cabelleras. O tahures del Misisipi. O cuatreros. O vendedores de crecepelo. ¡Ay, qué quedaría de nuestra cultura sin Hollywood!
EliminarEn el salvaje Oeste domina la desconfianza. El principio general parece ser: no te fíes ni de tu padre. Luego están las excepciones, que confirman la regla.
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