Tardes machadianas


Monotonía de la lluvia tras los cristales. No conozco mejores palabras que con menos expresen esa tristeza por la rutina de las jornadas del niño colegial, tan contagiosa que impregna ya la propia víspera, la tarde de los domingos en que dejábamos a mi hermano mayor camino de su internado. Este Antonio Machado que siempre parece  mayor de lo que es cuando escribe sus versos y sus prosas, uno de los pocos poetas cuyos libros no se caen de las manos si el lector encara ya los cuarenta, y que por su tono sentencioso o lapidario parece tan paternal que leerlo a la edad en que más poesía se lee es una equivocación que quizá se pague de por vida. 

(César Romero, Leve edad. Libros Canto y Cuento, 2020).

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