Escribir o no escribir
Marcel Bénabou (n. 1939) |
Por lo tanto, escribir que se querría escribir, ya es escribir. Escribir que no se puede escribir, también es escribir. Una manera como cualquier otra de llevar a cabo el vuelco que da pie a tantos propósitos audaces: hacer de lo periférico el centro, de lo accesorio lo esencial y de la arenilla la piedra angular. Sabía por lo tanto lo que tenía que hacer: dar una especie de golpe de mano mediante el cual había que conseguir otorgar una existencia ficticia a unos libros que no existen realmente y, gracias a ello, conferir una existencia real al libro que trata de esos libros ficticios. Un proceder en suma que se asemeja al que conduce al cogito cartesiano: en el momento preciso de dar fe de mi ineptitud para la escritura me descubría a mí mismo escritor, y de la ausencia de mis obras fallidas se nutriría éste. Hermoso ejemplo de esa estrategia del quien-pierde-gana, de esa proeza dialéctica que convierte una acumulación de fracasos en un camino hacia el éxito. ¡No será que no nos han repetido que Sísifo se pasaba el día haciendo músculos!
(Marcel, Bénabou, Por qué no he escrito ninguno de mis libros. Traducción de Thomas Kauf. Anagrama, 1994).
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