La ciega oscuridad del légamo del tiempo.


La novela El Villorrio (The Hamlet, 1940), primera de la llamada "trilogía de los Snopes" (las otras dos son La mansión y La ciudad), es una de las más largas y sólidas de Faulkner. Narra la irrupción de miembros de la familia Snopes en el Recodo del Francés, en el extremo sur del condado de Yoknapatawpha, y cómo poco a poco se van haciendo con el control del pueblo. Es una de sus narracines que mejor refleja la ambición, el egoísmo y la avaricia como motores del ascenso social.
El libro consta de cuatro pertes, y la tercera, "El largo verano", contiene el célebre episodio del amor de Ike Snopes por la vaca de un vecino. Faulkner narra el idilio entre el idiota y la bestia con una ampulosa retórica, en clave de parodia, inspirada en la lírica pastoril. Cuando leí El Villorrio por primera vez, en la versión de Caralt Editores de los años setenta, me llamó la atención una frase de unas cuatro líneas de esta sección que describe un amanecer en el bosque, y que releída ahora, en la traducción de José Luis López Muños, constato que había sido mutilada. He aquí la frase en cuestión, en todo su barroco esplendor:
"Cubierta por el entretejido dosel de las ciegas y endurecidas raíces de las hierbas y las raíces de los árboles, oscura en la ciega oscuridad del légamo del tiempo y de los fértiles desechos, la constante y continua y nunca saciada glotonería gusanil y los inextricables huesos conocidos  -Helena de Troya y las ninfas y obispos mitrados que roncan, los salvadores, las víctimas y los reyes-, se despierta, rezuma y se extiende por incontables canales que trepan primero, raíz; luego, hoja por hoja, desde cuyas puntas, como gas que se escapa, se alza y se disemina y mancha la tierra, profundamente dormida con soñoliento murmullo de insectos; luego, todavía en trayectoria ascendente trepa por la intrincada corteza de tronco y rama donde, repentinamente más fuerte hoja a hoja y dispersándose con súbita rapidez de difusión, melodiosa con las gargantas aladas y enjoyadas, irrumpe hacia lo alto y llena la global negación de la noche con el estrépito de los junquillos."

Comentarios

(2)
  1. Desde luego, leer el párrafo es prender la atención en la palabra y olvidar la acción. Me ha recordado la prosa de Navokov.

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  2. Este es uno de los "defectos " de Faulkner. Que en ocasiones se deja llevar por la magia de las palabras, lo que causa en el lector un efecto estupefaciente. No puedes dejar de leer aunque no sepas muy bien lo que está diciendo.

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