Baile de balas


Sacó su revólver.
Era como una sentencia de muerte para Kennedy. Sonó un débil grito.
Pero Kennedy ni se movió.
-Paz -dijo-. Haya paz.
El pistolero gruñó:
-Baile. Haya baile.
Y le disparó a los pies con la intención de obligarle a pegar un brinco.
Pero Kennedy no se movió después del disparo. No pestañeó tan siquiera.
Kennedy tan tranquilo.
La tercera bala se le llevó parte de la suela.
Y Kennedy sin enterarse.
El pistolero le miró atónito.
-¿Qué pasa? ¿No bailas?
-Yo solo predico la paz.
Y descargó la enorme Biblia con lomo de hierro sobre la cabeza de su agresor, quien no tuvo tiempo ni de levantar un poco más el Colt.
Sonó un siniestro "chask".
El pistolero quedó K.O., y cayó como una res apuntillada. 

(Silver Kane, El templo de los pistoleros. Ediciones B, Colección Bravo Oeste, 1987)


Comentarios

(3)
  1. ¡Dios! qué inteligente el Sr Kennedy. Así me gusta :)

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  2. En esto se nota la mano de Francisco González Ledesma.

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  3. Sí, lo que ocurre cuando leo y me olvido de quien escribe, es precisamente meterme en el pellejo del personaje.
    Me suele ocurrir con facilidad. Quizás, mala costumbre.

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