Objeto de deseo


"Estaba tendida boca arriba, sin pizca de pudor en su desnudez, sus ojos negros fijos en mí en silencio. Rara vez teníamos mucho que decirnos. Sus ojos se cerraron y a los pocos instantes ella se quedó dormida (...) Miraba yo su desnudez casi con indiferencia y con el leve desagrado que uno experimenta a veces ante el objeto de su pasión una vez que la pasión ha quedado satisfecha. Tal vez era más que eso. En realidad, no la quería. Ella me excitaba, pero yo no la quería."

(Puñal de sangre, de Richard S. Prather, 1954)

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