Abada
Se llamaba Clara y era un rinoceronte hembra. Fue capturada cuando tenía dos años en Assam (India) y trasladada a Europa en barco desde Calcuta por un empleado de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales llamado Douwemout Van der Meer. Vivió en Leiden hasta que en 1746 emprendió con su amo una gira por Europa que la convertiría en una celebridad. Iba en un carromato hecho a medida para aguantar sus tres toneladas de peso y tirado por ocho caballos. Durante diecisiete años viajó por varios países: Austria, Alemania, Suiza, Francia, Italia, Gran Bretaña...
En todas partes la abada Clara causó el asombro de millares de personas que nunca habían visto un rinoceronte ni en pintura. La vieron, entre otros muchos, la emperatriz María Teresa y Luis XV, y Casanova, que pasaba por allí. Buffon la estudió de cerca y Diderot y D'Alembert la sacaron en su Encyclopédie. Se hiceron con su imagen grabados y medallas conmemorativas; se moldearon figuras de porcelana, mármoles y bronces; y se editaron en su honor panfletos y poesías. Una "rinomanía" recorrió Europa, y hasta la señoras se peinaban à la rhinocéros.
Clara aguantó con paciencia y docilidad todo este trajín y murió durante su exhibición en Londres, el 14 de abril de 1758. No se sabe qué pasó luego con su cuerpo. En cuanto a Van der Meer volvió rico a Leiden y simplemente desapareció del registro escrito.
La historia de Clara es nuestra historia. Todos vamos camino del olvido. Unos llegarán antes que otros pero todos llegaremos. ¿No se sabrá de nuestro cuerpo? ¿Desaparecemos totalmente del registro escrito? Es lo más probable. Pero creamos que no. Seamos partidarios de la ilusión.
ResponderEliminarUn abrazo:
JLP
Todos somos un poco Clara, ciertamente.
ResponderEliminarUn abrazo.