Pure noir (VIII)

Hart agarró las piernas y cerró los ojos. Los ruidos de la sierra y del cuchillo eran grandes puñados de una horrible materia viscosa que lo golpeaban y penetraban en él, y empezó a flaquear, y trató de concentrar la mente en otra cosa, y recordó la pintura y empezó a pensar en los paisajes de Corot, y luego se apartó de Corot aunque sin abandonar ese período porque pensó en Courbet, pero al recordar que Courbet era un exponente del realismo trató de alejarse de él, sin poder olvidarlo, porque pensaba en la forma en que Gustave Courbet mostraba a Catón arrastrando sus propias entrañas y a La Presa, en la cual el venado era destrozado debajo del árbol por los mastines enardecidos, y trató de volver a Corot, de pasar de Corot a la serena escuela inglesa con ropas bordadas y posturas gráciles y con todas su delicadeza, pero Courbet volvía a arrastrarlo.
-Agárralo más arriba -dijo Charley.
-Dime, Charley -preguntó Hart con los ojos fuertemente cerrados-, ¿alguna vez hiciste esto antes?
-No -contestó Charley.

(David Goodis, Viernes negro, 1954)

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