Dejarse llevar

 


Una vez estaba en un islote en medio de un grandioso lago rodeado de montañas y mientras observaba el embarcadero flotante se levantó viento, unas olas surgieron de la nada e imaginé que yo estaba allí tumbada y el embarcadero se soltaba de pronto y la tormenta se lo llevaba. Me pregunté si sería capaz de quedarme quieta y saborear la sensación de mecerme sobre las aguas, al fin y al cabo aún no estaría muerta, no estaría ahogándome, sólo yendo a la deriva hacia algún sitio que no formaba parte de mis planes. La mera idea me dio escalofríos. Aun así, qué maravilla poder ser capaz de disfrutar del viaje, por muy incierto que sea el desenlace. Me gustaría. En el fondo es lo que hacemos todos, sólo que no lo sabemos.

(Abigail Thomas, Una vida de tres perros. Traducción de Regina López Muñoz. Errata naturae, 2023).   

Comentarios

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  1. Travis Bickle14/3/24, 22:45

    Encuentro que leyendo el pasaje extractado uno se siente invadido por una apacible y reconfortante oleada de serenidad. Como si alguien nos susurrara al oído: "no te preocupes por nada, todo va a ir bien".

    Existe una diferencia abismal entre el hecho de vivir y el de sentirse efectivamente vivo y,
    a mi parecer, el texto resuelve al menos parcialmente la cuestión cuando nos invita a "ser capaces de disfrutar del viaje, por incierto que sea el desenlace".

    Para Van Gogh la vida era un misterio (un milagro diría yo!!!) y el amor otro en el seno del primero. Disfrutémosla; es lo único que tenemos, fehacientemente.

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    1. Jorge Ordaz15/3/24, 19:53

      Vivir la vida como un viaje y disfrutar del mismo. Razonable propuesta.

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