El saber no quiere extinguirse, pero tampoco permanecer siempre allí donde se formulan sus ideas. Las bibliotecas, como las piedras talladas para la construcción, van de la vieja a la nueva casa entre manos que se interrogan menos sobre su origen que acerca del milagro de su continuidad. La inmortalidad de un libro radica en su escritura; y la inmortalidad de la escritura en la misma voz humana que, transcribiéndose a sí misma, se zafa de las fauces del tiempo para asombro de quien todavía la puede leer.
(Mario Satz, Bibliotecas imaginarias, Acantilado, 2021).
"Los rumores de la plaza quedan atrás y entro en la Biblioteca". BORGES, El hacedor.
ResponderEliminarLa inmortalidad de un libro acaso radica en su capacidad para liberarse del tiempo, en su reviviscencia en cada lector que, a su vez, vive en su propio tiempo y en su propio mundo.
Al final, quien rescata los libros del olvido del tiempo son los lectores.
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