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Una empresa terriblemente metafísica


 

Urdir una biblioteca es, sin embargo, comenzar a construir su concepto, aproximarse a una estructura pensada, una arquitectura aún en proceso: literalmente, disponer sobre el telar (la casa) los hilos (los libros) que seguramente constituirán la urdimbre (la biblioteca). En resumen: una empresa terriblemente metafísica, como recordaba Calasso al citar a Kant, que por extraño que parezca nunca se ocupó del orden ni el desorden de los libros. Qué pena. Podríamos haber dedicado otro panfleto a los anaqueles bien nutridos ya de títulos sobre el tema y luego... ¿Los habríamos mantenido en orden? ¿En qué orden? También podríamos abandonarlos entrópicamente a su desordenado e ineludible destino.

(Massimo Gatta, El desorden de los libros. Prólogo de Luigi Mascheroni. Epílogo de José Luis Melero. Traducción de Amelia Pérez de Villar. Ediciones Fórcola, 2021).

 

 

Comentarios

  1. Estos libros son tentaciones para lectores como este.
    En cuanto a formar una biblioteca, supongo que se puede hacer de muchas formas. Pueden ordenarse los libros por tamaños, colores, orden de llegada o de lectura, preferencias... O al buen tuntún.
    El libro electrónico va a suprimir muchos problemas de espacio, orden, polvo, bichos y peso (ojo a la capacidad de soportar peso de las casas, todo tiene un límite). Claro está que para perder la biblioteca ya no será necesario un incendio o una inundación. Bastará con un problema técnico, un cambio de tecnología o de formato, un asalto de virus electrónicos o el hurto del chisme.
    ¡Feliz Navidad!

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  2. Es cierto: el primer problema de una biblioteca es el espacio. Después vienen los otros: ordenarlos, cuidarlos, etc. Feliz Navidad entre libros.

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