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Dedicatoria y recuerdo

Cuando Antonio Rabinad sacó su libro de memorias El hombre indigno (Alba Editorial, 2000) fuí un domingo de marzo al Mercat de Sant Antoni de Barcelona, donde tenía un puesto de libros, y estuve hablando con él de sus vivencias en el barrio de El Clot, donde había nacido. Le compré un ejemplar de su libro y le comenté que mi madre también había vivido de soltera en El Clot, donde sus padres tenían una alpargatería en la calle Rosendo Nobas. Rabinad no solo se acordaba de la tienda sino también de mi madre, la chica rubia que despachaba en ella. Le dije si le importaría dedicarle el ejemplar, y lo hizo gustosamente con esta larga dedicatoria:   

 


 

Para Laura Gargallo, del Clot, y madre de mi amigo y colega Jordi Ordaz, todo lo cual bastaría para tenerla en gran estima. Pero hay más: Laura, sin duda, en el mismo barrio y en la misma época, ha vivido muchos de los sucesos que se narran en el libro. Que yo ahora le dedico muy especialmente, con todo mi aprecio.  

Addenda: Hoy se cumple un año del entierro de mi madre. Había fallecido diez días antes, en pleno pico de la primera ola de la pandemia. Debido al confinamiento solo pudieron asistir al sepelio tres personas. Sin ceremonia alguna. Con mascarillas, guantes y distanciamiento. Tratar de borrar de la memoria los malos recuerdos es cosa humana y comprensible; recordar a los seres queridos que ya no están con nosotros, también.     

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